¿Hasta qué punto la oposición tiene la capacidad
para oficiar el cambio?
JOSÉ ANTONIO GIL YEPES
La oposición, desde un principio, sabía que había que cambiar; pero ahora lo asumen los
oficialistas para evitar su autodesestabilización debida a una infortunada
cadena de eventos: el líder único falleció; Maduro no es Chávez; el precio del
petróleo, la economía y la popularidad gubernamental cayeron y no se recuperan;
los partidos han perdido su capacidad de canalizar a los ciudadanos; las
instituciones fueron debilitadas por la revolución para cambiarlas, pero ahora
no tenemos las viejas y no hay quien tenga el poder de implantar las nuevas; y
hay un divisionismo en la diplomacia que está debilitando a Maduro.
Sin embargo, ¿hasta qué punto la oposición tiene la capacidad para oficiar el cambio? Sus partidos van a recibir un gran caudal de votos, pero la canalización de ese potencial en decisiones se diluye porque son demasiados partidos, todos pequeños y con una visión electoral y de poder; no así de logros políticos, económicos y sociales.
Estas debilidades abren el camino a que también surjan opciones de cambio desde el oficialismo: Marea Socialista, propone más estatizaciones y controles, como si ya estas políticas no hubiesen hecho suficiente daño; los maduristas en el poder, de inspiración cubana, distraen los problemas con el conflicto fronterizo, pero esperan que de éste saldrían fortalecidas las FARC firmados los acuerdos de paz; Alí Rodríguez Araque, embajador en Cuba, les hace juego, proponiendo un paquete de "cambio" para que nada cambie: recorte fiscal, sobrevaluación de la moneda, no diversificación de las exportaciones, no al aumento de la producción de petróleo y sí a la diplomacia para subir sus precios (EU, 27-9-15); mientras que los chavistas democráticos plantean promover la inversión privada, sinceración cambiaria, aumento de la gasolina, renovación de contratos colectivos, descentralización, rescate de la institucionalidad militar y paz. En esta última posición se destacan los gobernadores militares, el exministro del Interior, general Miguel Rodríguez Torres (@rodriguezt4f), y civiles, como Rafael Ramírez. Pero los proponentes de esta mejor opción les falta más articulación.
@jagilyepes
Sin embargo, ¿hasta qué punto la oposición tiene la capacidad para oficiar el cambio? Sus partidos van a recibir un gran caudal de votos, pero la canalización de ese potencial en decisiones se diluye porque son demasiados partidos, todos pequeños y con una visión electoral y de poder; no así de logros políticos, económicos y sociales.
Estas debilidades abren el camino a que también surjan opciones de cambio desde el oficialismo: Marea Socialista, propone más estatizaciones y controles, como si ya estas políticas no hubiesen hecho suficiente daño; los maduristas en el poder, de inspiración cubana, distraen los problemas con el conflicto fronterizo, pero esperan que de éste saldrían fortalecidas las FARC firmados los acuerdos de paz; Alí Rodríguez Araque, embajador en Cuba, les hace juego, proponiendo un paquete de "cambio" para que nada cambie: recorte fiscal, sobrevaluación de la moneda, no diversificación de las exportaciones, no al aumento de la producción de petróleo y sí a la diplomacia para subir sus precios (EU, 27-9-15); mientras que los chavistas democráticos plantean promover la inversión privada, sinceración cambiaria, aumento de la gasolina, renovación de contratos colectivos, descentralización, rescate de la institucionalidad militar y paz. En esta última posición se destacan los gobernadores militares, el exministro del Interior, general Miguel Rodríguez Torres (@rodriguezt4f), y civiles, como Rafael Ramírez. Pero los proponentes de esta mejor opción les falta más articulación.
@jagilyepes
Vía El Universal
Que pasa Margarita
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