Wednesday, December 23, 2015

En homenaje al Padre Sucre

Nota del Blog: Desde aquí nos unimos al merecido homenaje que María Amparo Grau hace al Padre Sucre, en el artículo que sigue.

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El viernes 18 de diciembre falleció el padre Gustavo Sucre. Como ucabistas no podemos dejar pasar la oportunidad de rendir homenaje a quien dedicó su vida a una de las tantas obras de la Compañía de Jesús a la que este pertenecía, como es la Universidad Católica Andrés Bello.
La partida del padre Sucre se produce en la víspera de los cien años de la llegada de los jesuitas, por segunda vez, a Venezuela que se cumplen en 2016. En la gran obra educativa desarrollada en nuestro país por los jesuitas, participó el padre Sucre en las gestiones iniciales para la fundación de la Universidad Católica Andrés Bello en el año 1953, institución en la cual “la presencia de la inspiración cristiana” “cultivó un perfil profesional específico”, que “sumó esfuerzos cualitativos a la gran expansión numérica de la educación universitaria venezolana”. (Padre Luis Ugalde, s.j., en: Revista Sic, No 780, dic. 2015).
El padre Sucre fue director de la Escuela de Economía, decano de la Facultad de Ciencias Económicas, profesor en la Escuela de Derecho y como secretario general de la universidad fue figura emblemática de los actos de graduación de todas las carreras de esa casa de estudios.
Además de su trayectoria académica, el padre Sucre inspiraba un afecto muy especial en la comunidad universitaria de fe católica, y en este sentido era común que se le requiriesen sus oficios en consejos personales así como para las ceremonias religiosas fundamentales, en bautizos, matrimonios y funerales la presencia del padre Sucre imprimía una felicidad o consuelo especial.
En los últimos años, el padre Sucre canalizó su vocación de servicio también a través de una fundación que llevaba su nombre, para recaudar fondos con el objetivo de proveer soporte económico a estudiantes de bajos recursos. Cumplía esta iniciativa con esa característica de la educación jesuita: “El compromiso de social”.  Contribuir con esta obra del padre Sucre brinda una satisfacción especial, en tanto, no solo se sirve a una causa justa, sino que se corresponde con todas las bondades recibidas de parte de este personaje que tanto aportó a la comunidad universitaria.
El padre Sucre representa también ejemplo de lo que el padre Ugalde denomina “la nacionalización de los jesuitas”, cuando explica que si bien en las primeras décadas la mayoría de los jesuitas en Venezuela eran españoles, progresivamente se fueron formando sacerdotes jesuitas venezolanos, al punto que, según indica, al día de hoy las nuevas generaciones son todos venezolanos.
El padre Sucre fue un intelectual que supo combinar el conocimiento científico con el sentido humanístico de la enseñanza universitaria. Fue un venezolano cabal y como tal sentía una gran preocupación por los asuntos del país. En una oportunidad al ser entrevistado sentenciaba que uno de los problemas fundamentales era que el venezolano no conocía las leyes y en ello tenía el padre toda la razón. Pero no solo es este el problema de ausencia de ciudadanía que socava las bases de un Estado de Derecho en Venezuela, más grave aún es la característica que se plantea cuando aun conociéndolas, la tendencia es a eludir su cumplimiento, violándolas abiertamente o torciendo la ciencia jurídica en sus conceptos, principios, valores e instituciones para lograr el objetivo prohibido o no querido por la norma.
El padre Sucre, al igual que todas las figuras de la educación católica de la obra jesuita en Venezuela, ha formado e inspirado generaciones de profesionales con un sentido ético de orientación cristiana en el que el derecho se concibe como “el arma de una verdadera justicia social” (padre Ugalde, artículo citado).
De una militancia ética, como la que enseña la educación ignaciana, depende la recuperación de la institucionalidad en Venezuela y la reconstrucción de un verdadero Estado de Derecho y bienestar.
Al padre Sucre con respeto, admiración y afecto, rendimos homenaje y le acompañamos con nuestra oración.

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