CIUDAD DE MÉXICO — En Venezuela, la salud pública se ha convertido en
una causa de mortalidad. La estadísticas también llegan sin anestesia:
76 por ciento de los hospitales no cuentan con servicio de agua. Solo el
47 por ciento de los quirófanos están funcionando. La escasez de
material quirúrgico es de 79 por ciento y la falta de medicinas alcanza
un 88 por ciento. Los resultados de la Encuesta Nacional de Hospitales 2018
son aterradores. Pero hay que ir más allá de las cifras. Hay que
ponerle un nombre, una cara y una edad a cada número. Hay que sumar la
muerte y contarla. Y también hay que preguntarse, ¿qué pasa cuando el
Estado es también una enfermedad? ¿Cómo actuar ante un Estado que no
cura, sino que mata?
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