Ya estoy
cansado de fracasos, nada de lo que hacemos funciona: llenamos el país de
malandros, corrompimos los funcionarios, destruimos sus industrias, acabamos
con la red de distribución de alimentos, destruimos su agricultura y su
ganadería... ¿Qué más podemos hacer?... Respuesta: ¡San Félix!
Obama se levanta en Camp David,
donde pasa unos días de descanso. Es una casa rodeada de un campo de
125 acres destinada a ser una
de las residencias del presidente de los Estados
Unidos. Allí alguna vez se planificó la invasión de Normandía y también
tuvieron lugar varias reuniones entre Eisenhower y Jrushchov, en plena Guerra Fría, cuando el destino de la
humanidad estaba amenazado por la escalada nuclear.
Sus asesores le ponen al tanto de
los principales acontecimientos del día: situación en el Medio Oriente,
precios del petróleo, algunos puntos de los recientes acuerdos con
Irán, así como el seguimiento de las acciones de ciertos grupos
terroristas que probablemente estén planificando atentados en Estados Unidos.
Debe ser de un peso increíble tener las riendas del mundo en tus manos. Él oye,
asiente, sin embargo, una sola idea le ronda en la cabeza, la misma que le
viene quitando el sueño desde hace meses.
En el helipuerto, el Marine
One le espera para llevarlo de vuelta a la Casa Blanca, donde sus
secretarios le aguardan para una reunión ordinaria de su gabinete.
Dos helicópteros idénticos acuden, como siempre que el presidente se desplaza
por esta vía: uno en el que viaja y otro que sirve de señuelo para un eventual
ataque dirigido bien desde el aire o desde tierra. Todas las medidas se
seguridad son pocas para el hombre más poderoso de la tierra.
El presidente ya ha terminado de
desayunar cuando uno de sus asistentes se acerca para decirle que
todo está listo para su retorno a la Oficina Oval. Se levanta y se
dirige al helipuerto acompañado de sus ayudantes más cercanos, uno de los
cuales lleva el famoso maletín de cuero negro conocido popularmente
como Nuclear football, quizá porque hay en él suficiente poder
para darle una patada al planeta entero.
Media
hora más tarde, Obama se posa en los jardines de la Casa Blanca.
Un marine, haciendo saludo marcial, le espera al pie de la
escalerilla, como siempre sucede no importa el lugar en el
que el helicóptero aterrice. Obama desciende y lo saluda llevándose
la mano a la frente militarmente; presuroso se dirige a la sala de
reuniones contigua a la Oficina Oval.
Es la escena tantas veces vista
en televisión de la prisa que mueve a quien controla los hilos del poder
global. Los secretarios lo reciben de pie con un "Good morning,
mr. President", el moderno "Ave César" de los nuevos
emperadores. Sin perder tiempo,Obama se sienta y pregunta por la agenda del
día.
El secretario de Defensa se
apresura a tomar la palabra:
—Es menester emprender acciones
militares más contundentes en contra de ISIS; el manejo publicitario
que han estado realizando de sus crímenes ha entusiasmado a los
extremistas en distintos lugares del mundo. El secretario del Tesoro, por su
lado, señala que tiene una presentación sobre la evolución de la economía
china y el impacto de una eventual desaceleración del gigante asiático sobre el
desempeño de la economía mundial y la estadounidense en concreto. El
secretario de Estado insiste en el tema del levantamiento de las sanciones a
Irán y la posibilidad de establecer un equipo de monitoreo satelital para
vigilar que los persas no violen el acuerdo y también puntualizar
sobre los avances en el levantamiento del bloqueo a Cuba.
—Nada de eso me preocupa —dice
Obama, mientras se quita el saco y lo cuelga en el respaldo de su
silla—; quiero que pospongan todo y se centren en una única cosa...
—Lo que usted disponga, señor
presidente.
—Quiero un equipo de
trabajo ultraconfidencial que, junto con la CIA y el
Pentágono,organicen unos saqueos en San Félix.
- Sorry? -solo alcanza a decir el
secretario de defensa.
—Si me permite, Sr. presidente
—se incorpora el secretario de Estado—, ¿puedo preguntar dónde queda
San Félix?
- ¿Pero cómo no va a saber donde
queda San Félix? Todo el mundo lo sabe que queda al este del municipio Caroni,
en el estado Bolívar, en Venezuela y que junto a Puerto Ordaz constituye lo que
se conoce como Ciudad Guayana, no confundir con Guyana que es a donde enviamos
a la Exxon, según recomendó nuestra agente en Caracas, Maria Corina Machado,
nombre clave: María Machado.
—Pero señor presidente—interviene
el secretario de comercio— ¿por qué Venezuela? No tenemos problemas con ellos:
nos venden el petróleo puntualmente, destruyeron su industria para importar de
la nuestra, su crisis nos conviene porque se traen su dinero para acá para
mayor seguridad, nos han enviado sus cerebros mejor formados, hasta los
robolucionarios depositan su dinero aquí porque ni ellos mismos confían en su
país... Tenemos asuntos más urgentes como la crisis en la eurozona. ¿Por qué no
organizamos unos saqueos en Atenas? Creo que tendrían más notoriedad global que
en San Phoenix.
- ¡Félix! ¡San
Félix! —replica Obama— yo quiero que sea San Félix, chico. Tengo
información precisa de nuestra embajada en Caracas del día en que estarán
llegando 18 000 pollos a esa ciudad, concretamente a La Granja en la ruta
1 de Vista al Sol. Es una oportunidad que no debemos desperdiciar. Quiero que
se disponga todo para que los saqueos se produzcan en la avenida Piar.
Quiero que no quede piedra sobre piedra en el mercado
de Chirica... ¿Entendido?
— Como usted disponga, señor
presidente, pero yo creo...
- ¿Ven? Esa es la diferencia
entre Maduro y yo. Él da una orden y todo el mundo lo obedece sin chistar....
Sé que los saqueos de San Félix lo pondrán contra la pared. Tengo meses
planificando esto. Son muchas noches sin dormir, estudiando los planos de San
Félix, las polleras de San Félix. No quiero que nadie falle esta vez. ¿De
acuerdo?... Ya estoy cansado de fracasos, nada de lo que hacemos funciona:
llenamos el país de malandros, corrompimos los funcionarios, destruimos sus
industrias, acabamos con la red de distribución de alimentos, destruimos su
agricultura y su ganadería... ¿Qué más podemos hacer?... Respuesta: ¡San Félix!
—Sí, señor presidente.
—Como usted disponga,
Los secretarios se miraron unos a
otros desconcertados, pero pensaron en sus puestos y gritaron a coro:
- ¡Like this!, ¡Like this!
...¡Like this It is governed! (Así, así... así es que se
gobierna)
Vía Tal
Cual
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