Pompeyo Marquez @Santos Yorme
Cuánto me complace escribir este primer acercamiento al recién editado libro Ida y vuelta a la utopía, las memorias de mi compañero y amigo Héctor Rodríguez Bauza, que como bien lo dice en uno de los prólogos Che María Cadenas es un político de mucha historia y de poca promoción personal. También este prologuista nos recuerda que Héctor no se considera escritor pero que es poseedor de una memoria envidiable. Pues si no lo es, esta obra se asemeja bastante a las muy renombradas de nuestra pléyade de narradores latinoamericanos y nos captura con una excelente prosa, y en el caso específico de los capítulos referidos a su infancia y adolescencia en Juangriego, acomete con mucho estilo el papel de cronista.
A las pintorescas anécdotas margariteñas le siguen relatos de sus inicios en la vida citadina en Caracas y reconstruye momentos de la historia política y los primeros intentos por vivir en democracia luego de años de dictadura gomecista, la que pronto nos alcanzaría de nuevo con el decenio perezjimenista. Y es durante esa etapa histórica donde Héctor despliega una intensa actividad y pasa a ser actor principal, como lo califica el Chema.
Otro prologuista de lujo engalana la obra autobiográfica de Héctor: Antonio García Ponce, quien compartió con él los puestos de comando de la valerosa Juventud Comunista; ambos escribieron junto a tantos otros cuadros como Víctor Hugo D’Paola y Caraquita Urbina, páginas sublimes en momentos de gran desesperanza como las del periodo 1954-57, que antecedió el triunfo del movimiento unitario de resistencia contra la dictadura militar representada por Pérez Jiménez, Vallenilla Lanz y Pedro Estrada.
Ese periodo lo narra Héctor con lujo de detalles y muestra dos facetas de vital importancia por las enseñanzas que conlleva: desarrollar un trabajo de masas apelando a todos los resquicios que permitía por momentos la dictadura, y establecer y promover los contactos con todos los sectores que se oponían a la dictadura, hasta alcanzar un movimiento unitario de gran aliento entre los civiles que luego buscó una prolongación dentro de las fuerzas armadas, hasta descalabrar el mito de que todas ellas apoyaban al dictador.
En relación a este aspecto de la naciente unidad he narrado en mis memorias episodios como el de mi entrevista con Alberto Carnevali, en la cual consideramos publicar una proclama unitaria a propósito del Día de la Juventud de 1953 firmado por varias de las organizaciones políticas sometidas a la implacable persecución de la policía política del régimen. Esa unidad encontró luego un crisol en el Frente Universitario que con gran empeño contribuyó a formar Héctor y que fue predecesor de la Junta Patriótica que años más tarde nuclearía todos los esfuerzos de quienes optábamos por el retorno a la democracia, …
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