VLADIMIR
VILLEGAS
Finalmente
se concretó el regreso de Manuel Rosales. Apenas aterrizó el avión que lo trajo
de Aruba fue detenido por el Sebin. No hubo tiempo para un abrazo con su
esposa e hijos ni mucho menos para saludar a los manifestantes que lo esperaban
en una concentración en Maracaibo.
Pese a
que al menos en Caracas las paredes de varios puntos de la ciudad estaban y
siguen repletas de pequeños murales anunciando el retorno de Rosales y
vinculando ese hecho con las elecciones del 6 de diciembre, sigue siendo un misterio
lo de su retorno a estas tierras, luego de seis años de exilio y de rechazo a
la posibilidad de enfrentar la Justicia, por considerarla sesgada y partidizada
.
¿Cuál es
el plan de Manuel Rosales? ¿Es una simple jugada de sacrificio sin ninguna
estrategia bien pensada personal y colectivamente? ¿Es el inicio de una
seguidilla de retornos de dirigentes opositores exiliados y solicitados por los
tribunales? Si ese fuera el caso, ¿dará resultados electorales? ¿Son los
exiliados políticos realmente un tema de campaña? ¿Esa materia está en la mente
de los electores?
Leyendo a
articulistas del chavismo en la hoy variopinta página denominada Aporrea.org,
algunos se preguntan si existirá algún acuerdo entre Rosales y el gobierno de
Maduro. Otros apuntan en la dirección de creer que se trata de un plan
maquiavélico de la oposición para desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro.
La
primera hipótesis se vino abajo, al menos por ahora, con la detención de
Rosales, anunciada con tono determinante por la fiscal general Luisa Ortega
Díaz. La segunda tampoco luce creíble, porque ni siquiera en Un Nuevo
tiempo hubo unanimidad en respaldar el retorno de su líder, ni luego de
su detención se ha generado ninguna situación que pueda asociarse con
alteración del orden público o generación de violencia asociada al
encarcelamiento de Rosales.
¿Saldrá
en libertad Manuel Rosales antes de las elecciones? Le espera un corto tiempo
en prisión o puede ocurrirle como a Leopoldo López? Dos preguntas que no tienen
respuesta por ahora. Lo que si parece cierto es que el impacto esperado con su
retorno no se concretó. No sé si en el estado Zulia el tema siga en las
primeras páginas con el devenir de los días, pero a escala nacional es evidente
que no obtiene ni tendrá gran repercusión.
Sin
menospreciar el peso político que tiene un ex candidato presidencial opositor,
su detención, más allá de algunas declaraciones de gobiernos y figuras
internacionales en materia de derechos humanos, no cambia el panorama político
interno. Ni parece darle aliento a la oposición ni parece hacerle peso al
gobierno. Lamentablemente para Rosales, su familia y sus seguidores,
otras preocupaciones nacionales acaban la atención de la gente. Y aún no hay
estudios de opinión en torno a como evalúa la población su decisión de
regresar.
¿Se
equivocó Rosales? No lo sabemos. ¿Tuvo un error de cálculo? Probablemnte. ¿Hay
un acuerdo político con el gobierno que está por cumplirse o ha sido
incumplido? No lo creo.
Aún es muy temprano para disipar
las dudas y los misterios en torno al regreso de un Rosales que decidió dejar
atrás el exilio y hoy se juega en el Sebin las cartas que decidirán su futuro
político.
Vía
El Nacional
Que pasa Margarita
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