Cuando intento comprender a Colombia más allá de la coyuntura electoral que hoy nos atrae y distrae, y que no es para menos por su significado político y posibles efectos vecinales, regionales y mundiales, no dejo de sorprenderme ante tamaña complejidad y constante capacidad para asombrarnos.
Vistos desde Venezuela el número y la particularidad de los asuntos que complican a nuestro vecino occidental parecen ser de mucha mayor envergadura y dramatismo que los nuestros, pero con todo y eso lo que se percibe comparativamente son señales de progreso, así sean espejismos, posibilidades nacionales dentro de desencuentros y miseria, mientras que aquí y ahora en Venezuela no hay futuro ninguno. De persistir esas condiciones seguiremos migrando. Así fue antes a la inversa parecida.
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