La gran pregunta que hace doler el alma en estos días de miseria, hambre y abandono es si todavía queda en Venezuela un espacio para la esperanza. Tierra arrasada y sin ley, hundida en un pantano de sangre y dolor, de presos que son asados a la parrilla por sus carceleros y de ministros cobardes que no aceptan críticas a su inepta gestión, corrupta e inhumana. Con ese infierno en su conciencia el gobierno de Maduro trata de cerrar las puertas a un episodio que lo ha dejado totalmente al desnudo ante la opinión pública nacional e internacional.
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