En su empeño de coartar todas las libertades democráticas, la dictadura emprende una artera persecución contra María Corina Machado. No estamos ante una conducta insólita que se detiene en la selección de una figura pública para perseguirla y para obligarla a callar, sino ante la continuidad de una persecución que se ha enseñoreado contra incontables políticos venezolanos desde hace casi dos décadas, pero el caso de la dirigente llama la atención por la terquedad del acoso y por las formas que busca de involucrarla en hechos delictivos.
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