A raíz de la vacante de la presidencia en la llamada asamblea nacional constituyente, proliferaron los rumores sobre las divisiones que se observaban en la cúpula dictatorial. Se habló de una pugna de banderías que demostraba la fragilidad del régimen, hasta el punto de ponerlo a temblar. Pero ¿existe una división de importancia en las alturas del poder, que nos deba conducir a la alegría? Sin apostar una fortuna por la existencia de un bloque compacto alrededor del dictador, tal vez lo más certero consista en afirmar que apenas experimentan pugnas transitorias que no amenazan su estabilidad, o que no permiten el anuncio de cambios en la administración de los negocios públicos.
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