La independencia de Venezuela no puede nunca ser entendida como un acto de traición en contra de la nación española. Al contrario, por más de tres años los venezolanos se mantuvieron leales a una metrópoli que les abandonó a raíz de su crisis interna. Y los actos de solidaridad de los venezolanos a favor de la resistencia española no sólo fueron de carácter moral, sino también en forma de generosos donativos materiales.
Los criollos de Venezuela, alrededor del ayuntamiento y casi todos ellos poseedores de importantes fortunas, no hicieron otra cosa que ocupar el vacío de poder existente en la conducción de la sociedad venezolana. Los argumentos de los congresistas venezolanos que llevaron a cabo la “Declaración de la Independencia” el 5 de julio de 1811, hicieron hincapié en el abandono del monarca de sus responsabilidades como gobernante y el traspaso de la soberanía a manos del “pueblo”. Desde la instauración sucesiva de la Junta de Sevilla, la Junta Central y la Regencia, los caraqueños asumieron con desconfianza los órganos de gobierno peninsulares a los cuales consideraron ilegítimos. La convocatoria de Cortes en Cádiz a partir de septiembre de 1810 tampoco fue atendida y desde entonces, en la práctica, la provincia de Venezuela estuvo en franca rebeldía.
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