“La tercera es la vencida”, reza un famoso dicho que Andrés Manuel López Obrador repitió varias veces en la campaña que lo ha llevado a ganar la presidencia de México, según el conteo rápido del Instituto Nacional Electoral, con el 53 por ciento de los votos, el porcentaje más alto en una elección presidencial mexicana. Habiendo perdido por un margen discutido y estrechísimo en 2006, y nuevamente en 2012, perseveró en su propósito por la vía democrática. Recorrió palmo a palmo al país, estableciendo un contacto cercano, magnético, casi religioso con la gente. Ese vínculo es la raíz y razón de un triunfo que no se explica por motivos externos ni como una respuesta a la agresiva actitud del presidente Donald Trump contra México. Obedece más bien al hartazgo de los mexicanos con nuestros problemas y al modo en que AMLO, como se le conoce, ha logrado encauzarlo hacia la esperanza de decenas de millones de personas en lo que él llama “el cambio verdadero”.
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