De tiempo en tiempo, cuando las marmotas se despiertan, se produce un ataque en contra de “los egos” en la política. Es palabra clave para descalificar a ciertos dirigentes que, según la majadería “políticamente correcta”, sobrepondrían sus intereses personales a los del colectivo. Lo opuesto a “los egos” desbocados sería una actitud modesta, en la que nadie osara sobresalir del pelotón, no vaya a ser que ingrese en la categoría denigrada.
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