La medida del retroceso de las sociedades se puede apreciar mediante observaciones de carácter general, a través de las cuales se siente una atmósfera de decadencia que arropa a amplias capas de la vida cotidiana, pero también a través de la captación de pormenores cuya elocuencia delata grados de postración que resultan insólitos. A uno de esos pormenores nos referiremos hoy.
En efecto, queremos detenernos en la conducta del gobernador de Carabobo, tan patética que puede resumir la catástrofe que padecemos en sentido panorámico. El establecimiento de su mandarinato en una jurisdicción que antes fue pujante y que llegó a simbolizar el progreso, da cuenta del grado de declive al cual se puede llegar cuando se encumbra un pobre poder personal sobre los intereses superiores de la comunidad y contra los avances institucionales que se habían logrado a través del tiempo....
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