Wednesday, April 17, 2013

Resumen de láminas de presentación de Capriles

En: Recibido por email

Este es en un resumen, del núcleo de las láminas que presentó HCR en rueda de prensa con los reclamos más sobresalientes de la MUD, que justifican la solicitud para una extensa auditoria, 100% de los votos.

 Es bueno que esto se divulgue mucho, para que todos estén claros acerca de porque de la solicitud de auditoria, y porque se presume FRAUDE.

Fíjense que hasta ahora no se ataca directamente al "mejor sistema electoral electrónico del mundo"; en ningún momento se habla que las transmisiones de los votos del CNE hayan truc
ado los votos de HCR a NM (como se acusaba en elecciones anteriores).

La denuncia es más grave, puesto que lo que se infiere es que la trampa estuvo en la entrada de los datos
a las máquinas: 
  • al forzar el retiro de los testigos de la oposición en 286 centros electorales se pueden manipular hasta 722.983 votos;
  • al no funcionar 535 máquinas de votación se tuerce el derecho de hasta 189.982 votos;
  • al contabilizar  1.176 centros de votación donde NM sacó entre 493% y 943% más votos que los que sacó Chávez en Octubre es indicativo de una manipulación descarada;
  • al constatar que en 544 centros de votación se recurrió al voto asistido, con una persona vestida de rojo rojito "supervisando" por cual tarjeta se votaba, se podía manipular hasta 1.479.774 votantes.
  • los abusos y amedrentamientos en 397 centros afectó la votación de 1.240.000 votantes
  • las carpas del PSUV a las puertas de 421 centros de votación afectaron la votación de 1.180.000 votantes.
Por eso el recuento o auditoría no es solamente comparar los papelitos (recibos, según Tibisay), la auditoría debe incluir todos los elementos: actas electrónicas, actas manuales, los papelitos y el libro de votación, como ha insistido HCR.

Cacerolas arrech....

En: http://www.noticierodigital.com/2013/04/cacerolas-arrech%e2%80%a6/

Charito Rojas

17 Abril, 2013
“Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Simón Bolívar.
Y ocurrió el peor escenario posible: el CNE declaró ganador a Nicolás Maduro. Sin terminar de contar los votos, con una petición de auditoría por parte de Henrique Capriles Radonski y con el país encendido en protestas, Tibisay Lucena se apresuró a proclamarlo presidente electo.

Maduro, que había dicho la noche del 14 de abril “que las cajas hablen, abrámoslas y listo, no tengo ningún problema en contar”, parece que después recibió una orden distinta pues al día siguiente, en su apresurada proclamación dijo que las auditorías habían salido “pepitas” y que no había necesidad de contar nada.
Pues los venezolanos que votaron por la opción Capriles no pensaban lo mismo y ante la convocatoria del candidato de hacer un cacerolazo de protesta, tomaron la calle para expresar la tremenda arrechera (es la palabra más frecuentemente usada) que tienen mucho más de 7 millones de venezolanos. Sienten que su voto fue burlado, que los resultados no corresponden a la realidad de un país que manifiestamente se volcó a apoyar a Henrique Capriles de manera efervescente y espontánea, sin la carga de presión y obligatoriedad que tenían las concentraciones de Maduro.
El abusivo ventajismo de un gobierno que usó todo su personal, recursos y poder en la campaña, violando con impunidad la Constitución, la Ley de Procesos Electorales y la Ley Anticorrupción, produjo muchos más votos de los que se hubieran depositado si el votante hubiera actuado libremente. Madres sacadas de los hospitales, con su bebé en la guardería, fueron llevadas en ambulancia, los viejitos de las misiones, votando asistidos, además de muchas otras personas a quienes en su cortedad pudieron convencer de todas las cosas malas que les pasaría si no votaban por Maduro. Y no me digan que no: sé de consejos comunales que pusieron en “lista negra” a beneficiarios de misiones, que sacaron de su lugar en la lista a opcionantes de las Misión Vivienda. Hasta llegaron a prohibir el ingreso a Mercal a quienes consideraban “escuálidos”. En muchos centros electorales los testigos de oposición fueron sacados incluso a punta de pistola, en otros ni siquiera se realizaron las auditorías previstas o se hicieron en menos mesas de las debidas.
Más de 3.000 casos de irregularidades sustentadas por el Comando Simón Bolívar y la disparidad entre los números que manejan, acta en mano, con los números dados por el CNE, llevaron a una petición tan lógica como sencilla: un reconteo. Eso se da en cualquier elección cuyos participantes no estén de acuerdo con los resultados. Dentro de las reglas del juego electoral está la posibilidad de la revisión.
El oficialismo le ha dado la espalda a la mitad del país que pide esta revisión: en un universo de 15 millones de votos, ganar por 270.000 es un resultado bien ajustado. ¿Por qué no revisar? ¿Por qué Maduro se echó para atrás después de haber dicho que sí? Si nos vamos por la respuesta sencilla, esta sería: porque no tienen los votos que dicen tener. Es decir, hicieron trampa, cometieron fraude.
Pero es claro que para demostrarlo hay que contar. El hecho de que se sospeche que los militares hayan desparecido o quemado cajas, no altera mucho el resultado de la revisión. En eso, según los técnicos, Tibisay Lucena parece tener razón. Lo importante es que las actas que están en poder de las partes coincidan con las actas que tiene el poder electoral. Las papeletas y los cuadernos son custodiados por los militares, así que no hay ninguna seguridad de su buen cuido. Pero las actas que tienen el Comando Simón Bolívar, el Comando Hugo Chávez y el CNE tienen que ser idénticas. Y no solo es cotejar los números, sino que más allá de eso, comparar los votantes con los padrones del Saime, ver quien está vivo, quien es venezolano, quien es mayor de 100 años e incluso, como se sospecha, cuantos dieciochoañeros a los que oficialmente no se les dio cabida en esta elección, aparecen votando en mesas lejanas a su residencia.
Pero esto, que parece un procedimiento natural si el que no la debe no la teme, ha sido punto de explosión de una espiral de violencia e insultos que puede desembocar en mucho más que fuegos pirotécnicos verbales, marchas y cacerolazos.
Henrique Capriles pidió confianza en sus decisiones como líder, convocó a un cacerolazo, a concentraciones ante el CNE para solicitar apertura de las actas y a acompañarle a introducir en el CNE hoy miércoles un documento solicitando la revisión voto por voto.
No contaba con la furia de media Venezuela que se siente burlada en sus aspiraciones, vapuleada por el poder, insultada por el gobierno. Cada vez que un chavista, llámese Maduro, Cabello o Jaua, dice que son “los oligarcas que quieren incendiar el país”, un grupito de burguesitos” “unos fascistas que quieren repetir lo del golpe del 2002″, la mitad del país se siente ofendida e ignorada.
Esta gente no ha comprendido ni por lo ha visto lo hará, en tantos años en el poder, que deben gobernar para todos los venezolanos, que es una aberración que priven de sus derechos a la oposición, que es un abuso tratar a los ciudadanos opositores como si no existieran, aunque sean millones.
“No soy burguesa, existo y quiero que cuenten los votos sin insultarme”, me dijo la muchacha que sirve los cafés en la panadería. Los votantes de Capriles se pasean por todas las clases sociales. El chavismo no quiere admitir que Capriles sacó un chorro de votos en las clases D y E. Que muchos de los que votaron por él son trabajadores que aspiran no sólo a vivir mejor, sino a que no los traten como pordioseros. No quieren vivir de las limosnas del gobierno, desean tener su casa con titulo, no quieren estar amenazados permanentemente con despojos, expropiaciones, desempleo, inseguridad. No quieren que les tuerzan el brazo si se resisten a hacer lo que el gobierno quiere para mantenerse en el poder.
Gente harta de que la abusen, venezolanos con esperanzas en una vida mejor, más digna, con educación, con meritocracia, con oportunidades. Venezolanos que no quieren vivir como en Cuba, que no les da la gana de ser socialistas ni comunistas. Que exigen, aunque no sean chavistas, que el gobierno los dote de vivienda, servicios, educación y seguridad. A esas personas Henrique Capriles les sembró una esperanza y ahora intenta cumplirles con la promesa de honrar cada uno de los votos que le dieron.
Una petición que en un país democrático se habría resuelto rápidamente y que en Venezuela debería ser más fácil si en realidad tenemos el sistema electoral “más seguro del mundo”, pues se ha convertido en el punto de partido de una controversia entre las dos mitades de Venezuela.
El gobierno encabezado por Maduro no acepta que hay otra Venezuela, tan numerosa como la chavista, a la que deben el mismo trato, que tienen los mismos derechos. El gobierno está obligado a gobernar para 28 millones de venezolanos, no para los chavistas solamente. La canallada de la discriminación de quienes no son súbditos rojos, pone en peligro la estabilidad del país. Todos los estallidos sociales que ha sufrido Venezuela en los desgraciados 14 años precedentes, ha sido gracias a la inflexibilidad de un gobierno que usa la fuerza pública, las leyes y el poder del estado para obligar a los ciudadanos a hacer lo que ellos quieren, so pena de encarcelarlos, expropiarlos, cerrarlos u obligarles a exiliarse. Y produce resistencia, muchas veces desesperada y violenta.
Esta situación de agresión extrema de un gobierno contra sus ciudadanos está a punto de causar una desgracia en Venezuela. Carente de todo decoro presidencial, incapaz de matices, castrista como él solo, Nicolás Maduro se ha estrenado en su primer día de gobierno con tres cadenas en las cuales se ha dedicado a ignorar que la mitad del país votó en su contra y le adversa no porque lo mande Henrique Capriles sino porque ya no aguantan más el despotismo chavista. También se ha entregado al insulto barato e injustificable.
La fuerza de un Presidente tiene que ser la ascendencia y respeto que tenga sobre su pueblo. Lo que han hecho, primero Chávez y ahora esta mala copia, es tratar a los venezolanos como malos padres: tienen sus favoritos, a los que favorecen por encima de sus otros hijos con iguales derechos y además, castigan a los hijos relegados.
Los venezolanos están cansados de tanta infamia. Llamar asesino a Capriles, hacer una comparación con Carmona, lanzar a la policía y a los militares contra el pueblo que manifiesta, ignorar al país no chavista que clama por los mismos derechos que conceden solo a los rojos, está llevando a un despeñadero la paz pública del país.
Aquí no hay golpe, eso es una pendejada inventada por ciegos que no entienden que oposición no es enemistad, por gente sin educación, modales, ni formación moral e intelectual suficiente para estar en las alturas del poder y administrarlo sabiamente.
El país es una olla de presión y Nicolás Maduro con su ignorancia e insultos, está tapando todos los aliviaderos de vapor. La amenaza de enjuiciar a Capriles y a otros líderes de oposición inventándoles el cargo de “instigación a delinquir” (porque para ellos es delito una manifestación que quemó unos cauchos y unos potes de basura) y hasta achacándoles sin pruebas la muerte de personas que supuestamente fueron atacadas por los manifestantes, puede producir enfrentamientos sin duda mortales.
Es hora de la mediación. La Mesa de la Unidad pidió la intercesión de la Conferencia Episcopal Venezolana. Estamos seguros que todo el país quiere resolver en paz. Ya basta del lenguaje violento, de amenazas y acusaciones estúpidas. Esto se resuelve con acciones simples: 1) Contar los votos, como se haría en cualquier país democrático y civilizado. 2) Si ganó Maduro, reconocérselo, si ganó Capriles, reconocérselo. 3) Que quien sea el ganador actúe como el Presidente de todos los venezolanos y no sólo de su mitad. 4) Que por favor dejen de echarle brasa a la candela y los insultadores guarden SILENCIO. Ya está bueno ya.

Se derrumba el chavismo

En: http://www.noticierodigital.com/2013/04/se-derrumba-el-chavismo/

José Guerra

17 Abril, 2013
El movimiento chavista acaba de recibir una derrota histórica. Luego de haber ganado el presidente Chávez las elecciones el 7 de octubre con el 55,0% de los votos, equivalentes a 8.200.000 votos, su heredero, Nicolás Maduro fue votado por 7.550.000 personas, lo que representa 50,7% de los electores. Conviene precisar que luego del fallecimiento del presidente Chávez el 5 de marzo de 2013, su sepelio se convirtió en un vendaval electoral en un evento que implicó más de diez días de duelo. Maduro se erigió como la figura del régimen y era el que dirigía todos los actos de las exequias del presidente Chávez lo que era aprovechado para hacerse publicidad con miras a las elecciones.
Luego el CNE en un acto articulado con el gobierno, llamó a unas elecciones a ser celebradas en quince días, mediadas por la semana santa. Todo estaba perfectamente calculado por Tibisay Lucena, Jorge Rodríguez y Nicolás Maduro. Desconectaron al presidente y realizarían el llamado a elecciones para relampagueantemente desramar a las fuerzas democráticas. Sus cálculos eran que Maduro se anclara en el sentimiento de la muerte de Chávez y que aprovechara el dolor que concitaba el fallecimiento del presidente para transformarlo en votos. Y arrancó Nicolás, viento en popa conforme a los planes que el trío había establecido. Para ello se emplearon a fondo usando los recursos del Estado, sin ningún tipo de escrúpulos. El gran orquestador del financiamiento fue Rafael Ramírez con la generosa chequera de PDVSA. Fue una campaña de Henrique Capriles no contra el PSUV, sino contra el poderío del Estado venezolano.
Cuando la campaña entró en calor, cada vez que hablaba Maduro eran obvias sus falencias. Pronunciadas falencias y más que ellas, ignorancia supina y falta de liderazgo. Maduro nunca fue Maduro. No pudo ser él mismo sino el cadáver todavía insepulto de Hugo Chávez. El problema es que Maduro no tiene los argumentos para ser presidente. Con tiene con qué. Ya al final de la campaña llegó boqueando, rogando que esta terminara lo más pronto posible para quitarse de encima a un Capriles que los cuestionaba implacablemente por todos los flancos. Maduro estaba al borde de nocaut cuando concluyó la campaña. No daba más. Su discurso era repetitivo, con un ritornelo fastidioso porque no tiene un pensamiento estructurado.
Obtuvo en unas elecciones cuestionadas el 50,7%. De ese porcentaje, casi dos tercios corresponden a venezolanos que están registrados en los diferentes programas sociales que mantiene el gobierno y el tercio restante es el núcleo duro, ideológico del chavismo. Con esa fuerza no se puede hacer una revolución. El chavismo está herido de muerte y vienen enfrenamientos internos. Ahora, con una victoria cuestionada por el ventajismo y la corrupción, su capacidad de gobernar a una Venezuela en crisis luce cuesta arriba. Tendrá que encarar sin tener las herramientas para ello una situación de desabastecimiento pronunciado de alimentos y demás bienes, una inflación galopante, apagones eléctricos permanentes y una sostenida devaluación del bolívar. Lo peor es que Maduro insiste en las políticas que han fracasado. Ha dicho que la escasez y los apagones se deben al nunca comprobado sabotaje. Con un criterio tal básico y limitado como el que está en la cabeza de Maduro, nada bueno puede esperarse en Venezuela en los próximos meses.
Todo indica que en manos de Maduro, el país se va a mover en una situación de inestabilidad e incertidumbre con un gobierno que comienza desgastado, severamente cuestionado en sus bases y minado en su legitimidad. Como puede verse en gráfico no es poca cosa el deterioro del caudal electoral que ha sufrido el chavismo. De haber obtenido el 63,0% en los comicios de 2006, en abril de 2013 ese porcentaje declinó a 50,7%. Es más en 2013 obtuvo el chavismo casi los mismo votos que siete años después. El chavismo se está desmoronando víctima de una ideología caduca. Y sin Chávez presente la caída será más rápida y más sostenida.

No hay que negarse a contar los votos, o sí?

En: Recibido por email

Editorial de www.analítica.com

Lo que están logrando el CNE y el Gobierno es que más electores empiecen a preguntarse si se trata sólo de un capricho autoritario, o si de verdad hay algo inconfesable en la documentación electoral que Gobierno y poder electoral se niegan a revisar

En sana democracia, el asunto seria simple. Un candidato presidencial, que aunque llega según la cuenta del poder electoral de segundo, logra una suma de votos tan cercana a la del candidato que aparece de primero que en el lenguaje de los encuestadores se hablaría de "empate técnico", recurre a ese mismo poder electoral mostrando indicios -para llamarlos así- de fallas y posibles trampas, y pidiendo que, en vista de sus dudas y de lo cercano de ambos resultados, se vuelvan a contar los votos en detalle.
Contar los votos es deber del Consejo Nacional Electoral, y que sean esmeradamente contados es derecho de todo candidato electoral, además de derecho constitucional de cada elector del país.
¿Cuál es el problema, entonces? La respuesta a la solicitud de Henrique Capriles Radonski ha sido todo un escándalo de rechazos, negativas, amenazas por parte del Gobierno, y la negación de entrada por parte del Consejo Nacional Electoral. Mucho más sencillo hubiera sido hacer lo que el CNE tenía que hacer. Al menos, escuchar el planteamiento de Capriles, recibir la relación de denuncias y presuntas pruebas de violaciones y fallas.
El CNE decidió que ellos no se han equivocado, que lo hicieron todo perfecto, que nada falló y que Capriles se ha inventado sus reclamos. Errar es humano para todos, menos para el Consejo Nacional Electoral. El Gobierno además afirma que Capriles no ha aportado ni una sola prueba de su reclamo, cosa difícil de hacer si el CNE aún no lo ha recibido. Pero el candidato opositor y otros dirigentes han hecho denuncias públicas concretas que lo menos que merecerían sería una actuación notitia criminis por parte de las autoridades.
Aún aceptando que Capriles podría estar siendo excesivamente suspicaz, tiene el derecho legal a exigir revisiones de los votos y su documentación. Lo que entonces llama la atención es la negativa sin aviso y sin protesta del CNE y el enorme escándalo -amenazas e insultos incluidos- que el Gobierno, empezando por el propio Maduro, que en vez de dar ejemplo de sobriedad y de defensa de los derechos de todos los venezolanos, se lanza a proferir amenazas e insultos, han desatado.
Además del ambiente generalizado de desorden y protesta que se ha manifestado en todo el país en apenas 48 horas, lo que sí están logrando con insólita eficiencia el Consejo Nacional Electoral y el Gobierno de Nicolás Maduro es que crezca la desconfianza popular y más electores empiecen a preguntarse si se trata sólo de un capricho autoritario, o si de verdad hay algo inconfesable en la documentación electoral que Gobierno y poder electoral quieren ocultar. Una duda creciente que ambos poderes deben aclarar.

Chavismo runs out of gas

En: Recibido por email. Publicado en PJ Media

By Jaime Daremblum

April 17, 2013

This one wasn't supposed to be close.
In the weeks leading up to Venezuela's April 14 presidential election, polls consistently showed Nicolás Maduro with a double-digit lead over Henrique Capriles, the opposition figure who lost to Hugo Chávez by 11 points (55 percent to 44 percent) back in October. Maduro had served as foreign minister under the late populist demagogue; he had been named vice president — and thus designated as Chávez's successor — after the October election; and he had formally taken over as interim president following his mentor's death from cancer on March 5.
Maduro also enjoyed an enormous structural advantages over Capriles. After all, Chávez acolytes control the National Electoral Council, the National Assembly, the Supreme Court, the police, the military, and other public institutions. Not only did these institutions function as a massive get-out-the-vote operation for Maduro, they also allowed him to violate election rules with impunity. Meanwhile, he benefited from a laughably biased state-media apparatus and, like Chávez before him, flooded the airwaves with mandatory broadcasts (known as cadenas) that effectively served as free campaign commercials.
Noticeably lacking in charisma, the 50-year-old Maduro presented himself as the heir to the Chávez revolution, and he desperately tried to capitalize on sympathy for the late autocrat. His message wasn't exactly subtle: "I am Chávez. We are all Chávez." Indeed, Maduro called his predecessor the "Jesus Christ of Latin America" and suggested that he had played a posthumous role in selecting the first Latin American pope. In typical chavista fashion, Maduro denounced Capriles and his followers as "the heirs of Hitler," even though Capriles (a practicing Catholic) comes from a family of Jewish Holocaust survivors.
In short: An oil-rich government with near-dictatorial powers used all of its vast institutional machinery to promote Maduro, slander Capriles, and guarantee a victory for the ruling party.
And yet, as Election Day drew closer, the polls narrowed. And when the actual votes were finally tallied, Maduro had garnered less than 51 percent, while his opponent had received 49 percent. The youthful Capriles, 40, thus affirmed that he is the most popular and charismatic opposition leader of the Chávez era. As for Maduro, his most powerful political rival within the ruling party, National Assembly President Diosdado Cabello, tweeted that "the results oblige us to make a profound self-criticism."
Capriles supporters are now marching in the streets and demanding a formal recount, as well they should. There were literally thousands of reported "irregularities," which is not surprising in a country where the ruling regime is an elected autocracy. The Obama administration has called for a recount, as has the Organizationof American States. If Maduro and his fellow Chávez loyalists continue to refuse, they are virtually inviting nonstop protests, which could eventually lead to serious violence.
But even if Maduro allows a recount and emerges as the clear winner, he will face daunting economic challenges. To understand his dilemma, consider the fascinating report published last week in the Wall Street Journal.
Venezuela has more proven oil reserves than any other nation on earth — but it still has to import gasoline. Why? Because of enormous government subsidies that have made gasoline "almost free." In January, Colombians paid $4.72 for a gallon of regular gasoline, and Brazilians paid $4.50. Venezuelans paid only 4 cents a gallon. Not surprisingly, on a per-capita basis, Venezuelans consume nearly five times as much gasoline as Brazilians, and close to seven times as much as Colombians. According to the International Energy Agency, Venezuela's gasoline subsidies amounted to a remarkable 8.6 percent of GDP (roughly $27 billion) in 2011. By comparison, the Chávez government spent only 5.1 percent of GDP on education and only 3.25 percent on health.
From an economic perspective, the gasoline subsidies are causing huge distortions, encouraging Venezuelans to stockpile gas and smuggle it across the Colombian border, and depriving the government of much-needed revenue. Last year, the national budget deficit hit 12 percent of GDP, and one economist, Orlando Ochoa, calculates that Venezuela's fuel-import costs reached $7.2 billion. Even Chávez, of all people, said in 2009, "One day, we have to adjust those prices. We're practically giving away gasoline."
Yet the subsidies have remained politically sacrosanct, and Chávez never seriously tried to shrink or eliminate them. He surely remembered what happened in 1989, when the Venezuelan government of President Carlos Andrés Pérez reduced gasoline subsidies and triggered violent protests, in which anywhere from 300 to 3,000 people were killed. As the Journal noted last week, the 1989 violence "deeply affected morale among army soldiers who had to shoot at fellow citizens. It helped propel Mr. Chávez, then a young army officer, to stage a failed coup against Mr. Pérez three years later. Years of instability ensued, at the end of which Mr. Chávez became president."
Today, Venezuela is already suffering from tremendous instability, especially in the aftermath of a disputed election in which government mischief was apparently rampant. When you combine the justified anger and frustration of the opposition with (1) the world's second-highest murder rate, (2) an annual inflation rate that could reach 30 percent this year, (3) chronic food, electricity, and dollar shortages, (4) endemic corruption, and (5) an autocratic government led by an inept buffoon who lacks his predecessor's demagogic charisma, you have all the ingredients for social and economic upheaval.
Thus, even if Maduro's dubious election victory is allowed to stand, the Chávez revolution is in big trouble.
Ambassador Jaime Daremblum is a Hudson Institute Senior Fellow and directs the Center for Latin American Studies

Nicolás: "el perdedor fue usted"

En: Recibido por email

ELIDES J. ROJAS L. |  EL UNIVERSAL
miércoles 17 de abril de 2013  12:00 AM
Varias cosas saltan, destacan, después de concluida la parte formal del proceso electoral inédito del pasado domingo. La primera, y tal vez la más importante, es que el chavismo se derrumba, como muchos analistas habían pronosticado. No existe chavismo sin Chávez. No queda nada. No quedará nada.

La derrota del chavismo, con Maduro liderando absolutamente nada, es la primera fase de lo que viene. Maduro no ganó. Maduro acabó con los ahorros de la familia en apenas cuatro meses y la terminó de desbaratar en no más de 15 días hasta llegar al domingo pasado cuando dilapidó más de un millón de votos de la fortuna que le había dejado su padre, el pajarito. Maduro perdió en cientos de mesas, como se puede constatar en la página del CNE, donde por más de 14 años su padre impuesto había ganado. Fue derrotado por Capriles en barrios, en zonas populares, en estados donde había reinado el chavismo por mucho tiempo. Maduro no es capaz de mantener el legado. Eso lo saben los demás miembros del clan. Maduro, como ya se podía prever durante la campaña, es el peor candidato que pudo haber escogido micomandantepresidente y lo del domingo, cuando a duras penas el CNE, que también es parte del equipo castrocomunista, pudo conseguir unos míseros voticos para mantener a la mafia en el poder, es solamente el comienzo de una serie de torpezas que terminarán de barrer con esta parte de la historia.

Maduro, pésimo candidato como se vio. Botó más de 20 puntos de ventaja en apenas un mes. Toda una marca mundial de mediocridad. Lo malo es que es la muestra médica de lo que les espera a los venezolanos con semejante personaje montado en la silla del poder, con una camarilla de vivos tanto criollos como extranjeros que se aprovecharán de sus debilidades para controlarlo y manejarlo. Eso es evidente. Escuchen con detenimiento el discurso del domingo en la noche desde Miraflores. Torpeza tras torpeza. Ese señor tiene de estadista y líder lo que tiene Maradona de gente decente.

Capriles aumentó en más de 600 mil votos su respaldo electoral entre octubre y este domingo de la trampa. Capriles ganó en los estados que tradicionalmente había ganado la oposición y que Chávez se los había arrebatado. Maduro perdió en zonas rurales que su padre obligado había ganado por años. Capriles, con todo y el ventajismo de Maduro, el uso discrecional de los recursos públicos y la batería de medios del gobierno, pudo ganarle a Maduro. Porque más allá del número del CNE e independientemente del reconteo, Maduro perdió. Y perdió feo. De hecho, Chávez murió otra vez el domingo pasado.

Tiene razón Capriles. "Nicolás, el perdedor fue usted".

Capriles teme por su vida

En: http://www.venetubo.com/noticias/Capriles-teme-por-su-vida-R34220.html



El candidato Henrique Capriles manifestó, la noche de este martes, sobre presuntos "planes" para tomar la residencia del Gobernador, en Miranda, durante una entrevista con el canal CNN.
“Organismos de inteligencia me informaron que partidarios del gobierno quieren ir a tomar la residencia oficial del gobernador de Miranda, yo estaré alli, si algo pasa con mi integridad física que sepa el mundo quien es mi responsable (...) el no tiene que reconocerme como gobernador, sino como presidente”, planteó.
"No debe ser un delito pedir reconteo de votos"
Capriles reiteró su petición de hacer un reconteo de votos de las elecciones presidenciales realizadas el pasado domingo en las que ganó Nicolás Maduro.
"Lo único que he pedido al país, me refiero a esas instituciones secuestradas por partidos políticos, las partes tienen derecho a la auditoría al proceso electoral, si una de las partes dice que hay irregularidades, hemos dicho ante esto que se cuenten todos los votos", manifestó en una entrevista con el canal CNN.

Manifestó que los votos del exterior, que no han sido contabilizados, podrían reducir la diferencia de 1.8% de ventaja que consiguió el actual presidente de la República proclamado este lunes.
"Estoy pidiendo solo que se haga el conteo, como se hace en los países donde hay democracia (...) ¿Un 'cacerolazo' es llamar a la violencia? (...) El gobierno está lleno de contradicciones, buscan que el país desvíe la atención, ignorando que hay una realidad, el derecho a exigir un conteo de votos en un país donde hay democracia no puede ser un delito”, indicó.
"Es el gobierno el que se niega a la auditoría, yo presentaba entre el cuaderno de votación y el acta de escrutinio una discrepancia, cambiaron de decisión, nadie sabe quien toma las decisiones en el gobierno”, manifestó.

“Estoy dispuesto a solucionar la crisis, vamos a revisar irregularidad por irregularidad, porque, en el caso de constatarse, tendría que anularse esa mesa (…) pudiéramos hablar de un nuevo proceso electoral o repetir el proceso en las mesas donde hay irregularidades”, sostuvo.
“Yo estoy tratando de defender algo en lo que él mismo tiene dudas, si estuviera tan seguro de ganar abre las cajas (…) hay que decirle al mundo que ellos están tratando (…) están tratando de generar violencia con mi nombre”.
“El candidato oficial no tiene liderazgo"
“El candidato oficial no tiene liderazgo, trata de venderse como el heredero de una silla que no es de él (...) Las amenazas para nosotros son palabras que demuestran una gran debilidad (…) el que tiene fuerza en su liderazgo y confianza en sí mismo no cae en eso (…) estar del lado de la paz y de la razón no es debilidad ni es miedo (…) el que le tiene miedo a la verdad es el gobierno”, indicó al referirse al mandatario nacional.
"No dejaré que algún venezolano corra riesgo
Capriles habló sobre la suspensión de la marcha que convocó en rueda de prensa este lunes hasta el Consejo Nacional Electoral, en Caracas.

“Reportes de inteligencia me dijeron que el señor Maduro infiltraría personas para que existiera violencia en el centro de Caracas y en la misma movilización. Responsablemente dije que no pisaríamos ese peine. Con esa información en mi poder no dejaré que algún venezolano corra riesgo. Nuestro mensaje es de paz”.
Capriles rechazó agresiones contra el diputado William Dávila
Capriles se pronunció sobre la agresión que recibió el diputado por el partido Acción Democrática, William Dávila, quien resultó herido al recibir un golpe en la cabeza en la sesión ordinaria de este martes, realizada en la Asamblea Nacional.
“Hay que rechazarlo, eso fue dentro de la Asamblea Nacional, ese es el país que no podemos tener, esa es la intolerancia y la violencia que tiene que desaparecer en Venezuela (…) ¿dónde están los diputados del gobierno que hayan rechazado eso, yo reitero que lo que seguiremos planteando al país es una ruta alejada de eso”.
Capriles reitera que Chávez era un líder
“Nunca estuvo en duda el liderazgo del presidente (…) tenemos dos mitades y no se puede negar que el era un líder", fue la opinión del gobernador de Miranda al ser consultado sobre el presidente Hugo Chávez fallecido el pasado 05 de marzo

USA se niega a reconocer a Maduro como presidente

En: http://www.venetubo.com/noticias/USA-se-niega-a-reconocer-a-Maduro-como-presidente-R34223.html

A diferencia de otros de sus principales socios en la región, como México o Colombia, Estados Unidos se niega a reconocer, por el momento, a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. El Departamento de Estado se encuentra en contacto con la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos para coordinar una respuesta ante la decisión del Consejo Nacional Electoral de Venezuela de conceder la victoria al sucesor político de Hugo Chávez sin haberse efectuado el recuento final de los votos, como solicitó el candidato opositor, Henrique Capriles.
Preguntado expresamente sobre si EE UU reconocía a Maduro como el presidente legítimo de Venezuela, el portavoz del Departamento de Estado, Patrick Ventrell, se ha mostrado evasivo. “EE UU no está en ese punto todavía”, ha indicado. El día anterior, Ventrell dejó muy claro que no debería producirse ninguna proclamación oficial del vencedor en el país sudamericano, hasta que no se efectuara el recuento de votos, que también apoyó la OEA. Sin embargo, eludió pronunciarse sobre el hipotético caso de que eso no sucediera y el candidato oficialista fuera nombrado presidente.

Nicolas Maduro shoves aside democracy in Venezuel

En: Recibido por email

Editorial Washington Post

By Editorial BoardTuesday, April 16, 7:52 PM

THE ATTEMPT by the followers of Hugo Chavez to install a successor to the dead caudillo through a one-sided election is faltering. Now the Venezuelan regime appears to be preparing to maintain itself in power through brute force — and the oil-producing country is headed for a crisis that demands the attention of the United States and Latin America’s democracies.
On Tuesday, Nicolas Maduro, the former bus driver and Cuban protege who was designated as Mr. Chavez’s successor, went on national television to announce that he would “not permit” a march Wednesday called by the opposition to support its call for a recount of votes in Sunday’s election. Promising to use “a strong hand” — a hoary phrase from Latin America’s history of dictatorship — Mr. Maduro spoke of protesters “filling [Caracas] with death and blood,” words that rang like a threat. The government said that seven people already had been killed in post-election clashes and claimed that a coup was being prepared.
In fact, if anyone is preparing a coup, it is Mr. Maduro and his Cuban advisers. Opposition leader Henrique Capriles Radonski has put forward a peaceful and reasonable demand: that an audit be undertaken of the suspect presidential vote count. Mr. Maduro himself said Sunday that he would agree to a recount — but on Monday the electoral commission he controls abruptly ratified a result that gave him a margin of 260,000 votes out of 14.8 million cast. The narrow outcome clearly shocked the Chavistas, who had already installed Mr. Maduro in the presidency by unconstitutional means; they expected that their domination of the media and orchestration of voting by state employees would produce an easy “victory” and legitimize the regime’s continuation.
In fact a majority of Venezuelans, including many former Chavez supporters, appear to be fed up with a “revolution” that has produced double-digit inflation, severe shortages of power and staple foods and one of the world’s highest murder rates. Mr. Maduro has offered no answers to these problems — only ludicrous claims that they are the product of conspiracies by the opposition and the United States. Amid signs that his movement may be splintering, Mr. Maduro appears to be preparing repressive measures that should be intolerable to members of the Organization of American States, who are bound by treaty to resist violations of democratic order.
Fortunately the Obama administration, which until recently was prematurely and unwisely courting Mr. Maduro, has questioned the quick certification of the election and supported the call for the recount; so has the government of Spain and OAS Secretary General José Miguel Insulza. The administration should begin coordinating with Mexico, Chile and other important Latin American democracies to prevent Mr. Maduro from killing his way into power.
Read more on this issue: The Post’s View: Venezuela confronts a post-election reckoning The Post’s View: A misguided U.S. strategy for Venezuela The Post’s View: Free speech under fire in Latin America
© The Washington Post Company

Tuesday, April 16, 2013

Carta de Pastrana a Santos sobre elecciones venezolanas

En: Recibido por email

A
NDRES PASTRANA ARANGO
Bogotá
, 15 de abril de 2013
Doc
tor
JUA
N MANUEL SANTOS CALDERON
Pre
sidente de la República
Ciu
dad
Esti
mado Señor Presidente:
Con
el mayor respeto por el fuero presidencial y su plena autonomía constitucional
en
el manejo de las relaciones exteriores, me permito apelar a su vocacn de
dem
ócrata integral para interceder por la supervivencia de la democracia en la
herm
ana República de Venezuela.
En
circunstancias abiertamente desafiantes del sistema de libre representación
pop
ular en las urnas el Consejo Nacional Electoral venezolano, reconocido
apén
dice del régimen dominante, declaró como ganador de las elecciones
pres
idenciales -sin presentar al mundo evidencia palpable alguna- al candidato del
gobi
erno.
El ú
nico miembro del Consejo Nacional Electoral afín a la oposrcron pidió un
r
ecuento voto a voto de la totalidad de los sufragios, a lo cual accedieron
públ
icamente y de inmediato los contendores Nicolás Maduro y Henrique Capriles.
Sin q
ue esta instancia se haya surtido como garantía de la pureza de los comicios,
r
esultaría contraproducente y peligroso para la Democracia el aval de Colombia al
r
econocimiento como triunfador del candidato oficial del régimen vecino, hoy en
entre
dicho.
Por
lo tanto, en nombre de la Libertad, del sistema democrático y de la estabilidad
regi
onal y continental, ruego al señor Presidente de los colombianos mantener la
post
ura digna y respetuosa de silencio de Colombia hasta el recuento que ha de
il
uminar la verdad de lo ocurrido ayer en las urnas venezolanas.


Sin
otro particular, me suscribo del señor Presidente.
Fdo. Andrés Pastrana Arango

Expresidente de Colombia

Venezuela, la segunda caída del muro

En: http://www.lapatilla.com/site/2013/04/16/fernando-mires-venezuela-la-segunda-caida-del-muro/

El muro de Berlín, representación simbólica del socialismo post-estalinista del siglo XX, fue derribado en 1989.
El muro simbólico del por algunos desdichados ideólogos llamado “socialismo del siglo XXl”, mala copia de el del XX, también está comenzando a ser derribado en Venezuela. Derribado gracias a la altísima votación obtenida el 14. 04.2013 por la alternativa democrática representada en Henrique Capriles, nuevo líder de la nación.
Igual que en la Alemania comunista, la oligarquía estatal venezolana -versión boliburguesa de las “nomenklaturas” de Europa del Este- busca subterfugios para conservar por lo menos parte de ese poder que ya comienza a caer en pedazos sobre sus cabezas.
Tanto en la Alemania no democrática de ayer como en la Venezuela autocrática de hoy, el derrumbe del muro fue el resultado de números electorales escamoteados al pueblo ciudadano. De la misma manera, la caída de ambos muros antecede al fin de un sistema geopolítico internacional. En el caso venezolano pondrá término a ese micro-sistema que gira en torno al eje La Habana-Caracas del cual solo subsistirán algunos meteoritos de escasa significación política regional.
El muro alemán fue símbolo de la división de una nación partida en dos, al igual que Venezuela. Porque mientras Alemania estaba dividida geográficamente en dos, Venezuela está dividida, no geográfica pero sí ideológicamente, también en dos. Por esa razón el muro venezolano, construido durante el periodo del presidente muerto, si bien no era de cemento, no por eso dejaba de ser un muro.
No a través de las clases sociales, como nos quieren hacer creer los pregoneros del neo-stalinismo, sino entre los vecinos, en los barrios, en el trabajo, entre quienes fueron alguna vez amigos, incluso entre padres e hijos, estaba construido el muro venezolano. Un muro destinado a dar origen a una “sociedad perfecta” en la cual, como tan bien muestra “Bárbara”, el excelente filme de Christian Petzold, nadie confía nada en nadie.
Al igual que el alemán, el muro venezolano tampoco comienza a ser derribado de un día a otro. Para ser exactos, el muro alemán fue primero traspasado y después derribado. El día 14. 04. 2013, día en que se celebraron elecciones cuyos más que dudosos resultados dan una minoría microscópica a Maduro, la multitud, antes de echar abajo el muro ideológico, ha comenzado también a traspasarlo. No pocos votos obtenidos por Capriles -dato importante- provienen del propio chavismo del mismo modo como en la ex RDA muchos honestos comunistas fueron a engrosar las filas disidentes, poco antes de la caída del muro.
Maduro hoy, como Honecker ayer, intenta afincarse en una legalidad construida a la medida del régimen. Ambos confunden, por lo mismo, legalidad con legitimidad. Pero hay una diferencia. Mientras Honecker actuaba de acuerdo a la legalidad comunista y por lo mismo su cargo era legal aunque ilegítimo, Maduro antes de ser derrotado en las elecciones (derrotado políticamente) era ya, de acuerdo a la propia constitución de su país, un gobernante ilegal. Usurpador, le dicen en Venezuela. Ahora, si se hiciera elegir por resultados electorales tan inciertos como los que dio el CNE, será ilegal e ilegítimo a la vez.
“Mientras tanto”, como dice Capriles, Maduro arrastra consigo el peso de esa doble ilegitimidad, la de origen, y la adquirida a través del CNE. Más todavía: aunque si los números que dio el CNE fuesen ciertos –algo que nadie cree, quizás Maduro tampoco- haber reducido en diez puntos porcentuales el 14-A la votación obtenida por el difunto el 7-0, no sólo no es una hazaña, ni siquiera es una derrota; es –y eso cualquier chavista lo sabe – una catástrofe.
Maduro tiene, sin embargo, una gran oportunidad política, y la historia se la está ofreciendo. La de conducir un muy riguroso y transparente proceso de revisión electoral y aceptar con dignidad el resultado final (favorable o no). La otra posibilidad es la de convertirse en la sombra de sí mismo, atrincherado junto a un grupo de cada vez menos adictos y, lo que sería una fatalidad, detrás de bayonetas sobre las cuales, como bien decía Tayllerand, “nadie puede sentarse”.
Maduro, como Honecker ayer, es un personaje trágico. Ambos fueron designados y no elegidos; ambos poseían una formación estrictamente burocrática; ambos crecieron ideológicamente detrás de un muro y, quizás por esa misma razón, ambos han sido sobrepasados por la historia.
Pero Maduro puede elegir; todavía es tiempo. O se convierte en un presidente ilegítimo, cada vez más repudiado, o en un líder de un fuerte partido chavista de oposición, asegurando así su legítima presencia en el curso de la historia venezolana. Esa oportunidad no la tuvo Honecker. Maduro la tiene entre sus manos.
En cualquier caso, pase lo que pase, ya hay algo claro: el chavismo no vino para quedarse.