En pocas palabras. Javier J. Jaspe / Washington D.C.
Escribo a escasas horas del 14 de abril, fecha de las elecciones donde se escogerá el nuevo presidente venezolano. Lo hago inspirado por las noticias que nos llegan de Caracas, anunciando que el triunfo de Henrique Capriles Radonski sobre Nicolás Maduro se perfila cada vez con mayor fuerza. De darse esta victoria de la unidad democratica, Venezuela podrá avanzar para recuperar el tiempo perdido durante los pasados 14 años de la hegemonía chavista.
Ciertamente, la mayoria de los venezolanos que concurrirán a votar el próximo domingo, ya hoy están convencidos de que Maduro no es el hombre que merece la confianza para conducir el país en los próximos seis años. Su campaña ha servido para confirmar su escasa formación y deficiente preparación intelectual, traducidas en un lenguaje soso y chabacano, cuando no huérfano de ideas y proyectos. El aparecimiento de Chávez en forma de pajarito, hoy circula por el mundo como manifestación evidente de cretinismo que recuerda el episodio de las camisas voladoras, detonante de la lamentable desfenestración de la candidatura de Diógenes Escalante, según lo recreara Francisco Suniaga en su excelente novela “El Pasajero de Truman”. Sus silbidos y el recurso a versos de Rap tropical para atacar a Capriles, no han dejado de producir pena ajena hasta entre sus mismos seguidores.
En contraste, Capriles ha desarrollado una campaña galopante donde ha sobrado energía, claridad de argumentos y propuestas coherentes para enfrentar los problemas que acosan al país, logrando entusiasmar y convencer a los millares de electores que concurren a los actos celebrados a lo largo y ancho del territorio nacional. Igualmente, en un mensaje directo y valiente que se diferencia en mucho a la actitud timorata de la pasada campaña de octubre, Capriles ha dejado claro ante el gobierno, la cúpula militar y sus secuaces del Consejo Nacional Electoral, que la victoria de la unidad democratica del próximo domingo será defendida contra viento y marea, a capa y espada, frente a cualquier intento de desconocerla a través de manipulaciones fraudulentas. Esta manera contundente de llamar las cosas por su nombre, no ha dejado de producir sus efectos en muchos de los que se han abstenido en pasadas contiendas electorales, quienes se encuentran ahora movidos por la idea de concurrir a depositar este domingo su voto por Capriles.
Cuando decimos que el triunfo de la unidad democratica con Capriles significará el inicio del avance hacia la recuperación del tiempo de retroceso y estancamiento durante los catorce años de la hegemonía chavista y madurocabellista, seguimos el pensamiento de quienes ven la evolución de la historia humana no como un movimiento rectilíneo y sin interrupción, sino como un proceso donde se mezclan situaciones de avance y retroceso. El examen de la historia humana, dicen, revela la idea “de que no existe un proceso evolutivo sin retrocesos y reveses intensos que al parecer ponen en peligro todo el movimiento pero que en realidad lo hacen avanzar más” (Erich Kahler, Historia Universal del Hombre, página 26).
Efectivamente, la era de Chávez y el madurocabellismo, en estos catorce años de empeño para establecer un sistema castrocomunista, ha significado un retroceso en la evolución positiva del país, porque interrumpió el avance democratico logrado por Venezuela desde 1958 hasta 1998, a fin de dar paso a un gobierno de caudillismo militar característico de etapas históricas ya superadas. Este regimen caudillista y militar, entre otros atributos negativos, concentró en Chávez todos los poderes públicos, persiguió a los opositores del régimen, pretendió eliminar al sector privado de la economía y estableció una política de dádivas que desincentivó el trabajo productivo en los grupos menos favorecidos de la población.
Sería prolijo referirse a los variados aspectos en que, luego del aludido retroceso chavista y madurocabellista, un gobierno presidido por Capriles daría inicio con gran fuerza al avance del país para reconducir su desarrollo y progreso en un sendero democrático y de libertades, pero posiblemente lo haría, entre otros, en los siguientes:
Avanzar hacia un sistema de gobierno donde predomine el elemento civil sobre el militar, a fin de que este último componente readquiera su condición institucional y ejerza las funciones que le corresponden conforme a la constitución y leyes de la república, sin entrometerse en la conducción de los asuntos del gobierno civil.
Avanzar hacia una situación donde los poderes públicos, incluidos el ejecutivo, legislativo, judicial y electoral, ejerzan sus funciones separadamente, sin subordinación a alguno de ellos y mucho menos al jefe del poder ejecutivo.
Avanzar hacia una verdadera descentralización administrativa sin regatear los recursos financieros que toca a las gobernaciones y sin interferir en el ejercicio de las facultades que a éstas competen.
Avanzar, eliminando inmediatamente el coloniaje que ejercen los Castro sobre el gobierno venezolano y la política de subsidio que el gobierno cubano ha venido disfrutando.
Avanzar, revisando cuanto antes la política petrolera, incluida la que rige la explotación de la faja petrolera del Orinoco, así como los subsidios que se otorgan a través de Petrocaribe y el que goza la gasolina internamente, restructurando a PDVSA para concentrarla en las actividades que le son propias y restituirle el talento nacional injustamente despedido.
Avanzar, estableciendo programas sociales que beneficien a la población menos favorecida, sin exigirles subordinación política y con incentivos para su educación y el trabajo productivo.
Avanzar en la reunificación de los venezolanos, procediendo de inmediato a liberar los presos politicos y favorecer el regreso de todos los exiliados.
Avanzar, estableciendo de inmediato una lucha sin cuartel contra la delincuencia y la inseguridad, con el concurso de todos los cuerpos policiales y los propios ciudadanos.
Avanzar, adoptando medidas para mejorar el servicio de electricidad y todos los demás servicios públicos a cargo del Estado.
Avanzar, revisando la política de vivienda para dar cabida prioritaria al elemento nacional privado en la solución del problema habitacional.
Avanzar, revocando de inmediato las expropriaciones y confiscaciones efectuadas al sector privado nacional, con justo pago de las indemnizaciones a que haya lugar.
Avanzar, estableciendo de inmediato medidas para luchar contra la inflación y la pérdida de la capacidad adquisitiva del salario, luego de las recientes devaluaciones madurocabellistas.
Avanzar, concibiendo un programa para fortalecer las reservas internacionales e independencia del Banco Central, combatir la inflación, restablecer la libertad cambiaria, controlar el endeudamiento publico y reducir el deficit fiscal.
Avanzar, incorporando al sector privado nacional en la formulación e implementación de un programa con el sector publico, para favorecer el crecimiento económico y promover el desarrollo de la industria, la agricultura y otros sectores.
Avanzar, dejando sin efecto la petición de abandonar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Avanzar, revisando la política internacional de relaciones con regímenes foragidos como el de Irán, Siria, Bielorrusia y otros del mismo estilo, así como la que mantiene el país en el seno del ALBA, UNASUR y CELAC.
Avanzar, revisando las relaciones que se mantienen con China (programa de endeudamiento petrolero) y Rusia (compra de armas).
En pocas palabras, el triunfo de Henrique Capriles Radonski abrirá variadas oportunidades para detener el retroceso sufrido por Venezuela en los últimos 14 años, durante la desastrosa gestión autocrática de Hugo Chávez y el madurocabellismo, y avanzar decididamente hacia la reconducción de las actividades del país en un ambiente realmente democrático y de plenas libertades. En partes anteriores hemos mencionado algunas posibles medidas para realizar este avance en el sentido indicado. Así es que, todos a votar este domingo para hacer posible el triunfo de la unidad democratica y el avance indetenible del país. Veremos…
No comments:
Post a Comment