RUTH CAPRILES | EL UNIVERSAL
jueves 11 de abril de 2013 12:00 AM
Esa es la bifurcación ante la cual los venezolanos se enfrentarán este próximo domingo. Uno es el camino de la vida y la regeneración; el otro es el tortuoso sendero del terror y la muerte. Y esa disyuntiva es también para los enchufados, como bien los llama nuestro candidato. Porque ellos también tienen libertad de elección y para ellos también serán las consecuencias de la decisión colectiva. Igual les llegará la experiencia del despojo y la humillación, la amenaza y la represión; porque el culto a la muerte atrae la muerte, como la historia nacional ha mostrado. Ellos también sufrirán de la ineficiencia, de la corrupción, del terror inevitable de una continuación administrativa ilegítima, forjada con mentiras, ilegalidades y violencia.
Quizá muchos de los enchufados tengan consciencia de que si no salvamos el país, no podrán salvarse ellos; y quizá sepan, aunque hayan acallado sus escrúpulos por necesidad o impaciencia, que este modelo, híbrido de comunismo y populismo, no sirve para dar bienestar y prosperidad a los ciudadanos. Quizá puedan darse cuenta de que entregar el país a los cubanos, chinos, rusos o iraníes, no es patriotismo, es jugar a perdedor en un gran juego de naciones productoras de bienestar y prosperidad. El que juega a la muerte, juega a perdedor.
El camino de la vida no será fácil al principio pero abre el horizonte. El obstáculo fundamental será el fardo que llevamos de degradación moral, de irresponsabilidad, que parece contagiarse cual epidemia mortal en todo el tejido social. El facilismo, esa insólita disposición ciudadana para aprovecharse sin mérito; para arrebatar lo de otro; para robarse el dinero público, regalarlo, o simplemente malbaratarlo en dádivas populistas en una guerra mortal de regalos que sólo puede traer la ruina y la agonía nacional.
Sí, confío en que muchos de los enchufados sepan darse cuenta de que estamos al final de un juego mortal cuando todavía puedes apostar por la vida. Por ese camino arreglaremos los entuertos.
Quizá muchos de los enchufados tengan consciencia de que si no salvamos el país, no podrán salvarse ellos; y quizá sepan, aunque hayan acallado sus escrúpulos por necesidad o impaciencia, que este modelo, híbrido de comunismo y populismo, no sirve para dar bienestar y prosperidad a los ciudadanos. Quizá puedan darse cuenta de que entregar el país a los cubanos, chinos, rusos o iraníes, no es patriotismo, es jugar a perdedor en un gran juego de naciones productoras de bienestar y prosperidad. El que juega a la muerte, juega a perdedor.
El camino de la vida no será fácil al principio pero abre el horizonte. El obstáculo fundamental será el fardo que llevamos de degradación moral, de irresponsabilidad, que parece contagiarse cual epidemia mortal en todo el tejido social. El facilismo, esa insólita disposición ciudadana para aprovecharse sin mérito; para arrebatar lo de otro; para robarse el dinero público, regalarlo, o simplemente malbaratarlo en dádivas populistas en una guerra mortal de regalos que sólo puede traer la ruina y la agonía nacional.
Sí, confío en que muchos de los enchufados sepan darse cuenta de que estamos al final de un juego mortal cuando todavía puedes apostar por la vida. Por ese camino arreglaremos los entuertos.
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