FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 7 de abril de 2013 12:00 AM
No es fácil responder esta pregunta. Lo normal en una sociedad democrática, como debería ser la venezolana, es que no hubiera la menor duda en ese reconocimiento. La voluntad popular debería ser respetada escrupulosamente. Dolorosamente, no es así. Las instituciones del Estado han sufrido tal deterioro, en estos catorce años, que es imposible garantizar su imparcialidad. Además, se ha sembrado en los sectores más radicales del oficialismo, la certeza del seguro triunfo de Maduro. Este complejo panorama, se complica aún más ante el creciente fortalecimiento de la candidatura de Henrique Capriles. Los últimos estudios de opinión señalan que la diferencia de votos entre los dos candidatos es cada día más pequeña. En una situación tan enredada puede ocurrir cualquier cosa.
El desconocimiento de un resultado electoral no sólo ocurre el día de las elecciones. Puede prepararse con mucha anticipación al establecerse unas condiciones absolutamente inequitativas para regular el proceso electoral. En nuestro caso se ha estructurado un sistema automatizado de votación que exige aún mayor transparencia y control. Eso se logra a través de las auditorías que hacen los distintos comandos de campaña. De todas maneras, aun funcionando perfectamente bien las máquinas electorales, puede haber forma de influir en los resultados mediante el abuso de poder. Eso ocurre actualmente. El desbalance en la utilización de los medios públicos de comunicación y en el empleo de los recursos del Estado hace casi imposible la competencia electoral.
Las condiciones electorales son absolutamente inequitativas para Henrique Capriles. De esto, no hay duda. Es una lucha contra un gobierno y un partido que utiliza, sin escrúpulos, todo el poder del Estado el problema más grave que existe es la absoluta falta de independencia de los poderes públicos, que obedecen sin límite las instrucciones del Poder Ejecutivo. Eso permitió que, con la complicidad de la Sala Constitucional, Maduro pudiera ser nombrado presidente encargado para poder presidir las exequias de Chávez y evitar la inhabilitación para ser candidato que producía el cargo de vicepresidente. Para colmo, el Consejo Nacional Electoral no es imparcial. De cinco miembros, cuatro son militantes del PSUV. De allí surgen las dudas sobre la transparencia electoral.
Lo sorprendente es que la candidatura de Henrique Capriles, en medio de condiciones tan adversas, ha continuado fortaleciéndose. Ya fue una sorpresa cuando logró los 6.800.000 votos en medio de todo el ventajismo que utilizó Hugo Chávez. Ahora ocurre lo mismo. Nicolás Maduro abusa del poder y de todos los recursos del Estado para ganar las elecciones, pero la candidatura de Capriles continúa creciendo con gran rapidez. Es una lucha contra el tiempo. Lo más delicado para el oficialismo es que Maduro definitivamente no logró impactar a los militantes y simpatizantes del PSUV. La utilización desmedida que se hace de la memoria de Hugo Chávez parece que ya no logra tener efecto, sino que al contrario empieza a ser rechazado y mal visto por sus propios partidarios.
En este contexto surgen las permanentes e imprudentes declaraciones del almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa. En verdad, no son fáciles de interpretar. En todas ellas se observa una tendencia a irrespetar el artículo 328 de la Constitución Nacional y a debilitar valores fundamentales de la ética militar en el personal profesional de nuestra Fuerza Armada. Hasta aquí pareciera ser un problema de falta de formación militar del ministro de la Defensa, pero no logro explicarme lo repetitivo de esa posición pública. Las he leído con mucho detenimiento llegando a la conclusión de que en ellas se esconde una amenaza al régimen constitucional venezolano en caso de que nuestro pueblo opte en las elecciones por un camino diferente al revolucionario.
Las violentas declaraciones de Maduro al anunciar un supuesto sabotaje de la oposición al sistema eléctrico nacional han confirmado en mí las dudas que tengo sobre las imprudentes declaraciones del ministro de la Defensa. Amenazar con enviar a los militantes del PSUV a la calle, junto a la Fuerza Armada, a reprimir a los venezolanos en caso de ocurrir un apagón en todo el territorio nacional, pareciera más una maniobra que busca suspender las elecciones ante la certeza de su derrota. De todas maneras deseo recordar que no creo que la Fuerza Armada se preste para reprimir a nuestro pueblo ni acepte una suspensión de las elecciones. A los venezolanos nos queda un solo camino: votar masivamente por Capriles. A la Fuerza Armada, respetar el resultado electoral.
El desconocimiento de un resultado electoral no sólo ocurre el día de las elecciones. Puede prepararse con mucha anticipación al establecerse unas condiciones absolutamente inequitativas para regular el proceso electoral. En nuestro caso se ha estructurado un sistema automatizado de votación que exige aún mayor transparencia y control. Eso se logra a través de las auditorías que hacen los distintos comandos de campaña. De todas maneras, aun funcionando perfectamente bien las máquinas electorales, puede haber forma de influir en los resultados mediante el abuso de poder. Eso ocurre actualmente. El desbalance en la utilización de los medios públicos de comunicación y en el empleo de los recursos del Estado hace casi imposible la competencia electoral.
Las condiciones electorales son absolutamente inequitativas para Henrique Capriles. De esto, no hay duda. Es una lucha contra un gobierno y un partido que utiliza, sin escrúpulos, todo el poder del Estado el problema más grave que existe es la absoluta falta de independencia de los poderes públicos, que obedecen sin límite las instrucciones del Poder Ejecutivo. Eso permitió que, con la complicidad de la Sala Constitucional, Maduro pudiera ser nombrado presidente encargado para poder presidir las exequias de Chávez y evitar la inhabilitación para ser candidato que producía el cargo de vicepresidente. Para colmo, el Consejo Nacional Electoral no es imparcial. De cinco miembros, cuatro son militantes del PSUV. De allí surgen las dudas sobre la transparencia electoral.
Lo sorprendente es que la candidatura de Henrique Capriles, en medio de condiciones tan adversas, ha continuado fortaleciéndose. Ya fue una sorpresa cuando logró los 6.800.000 votos en medio de todo el ventajismo que utilizó Hugo Chávez. Ahora ocurre lo mismo. Nicolás Maduro abusa del poder y de todos los recursos del Estado para ganar las elecciones, pero la candidatura de Capriles continúa creciendo con gran rapidez. Es una lucha contra el tiempo. Lo más delicado para el oficialismo es que Maduro definitivamente no logró impactar a los militantes y simpatizantes del PSUV. La utilización desmedida que se hace de la memoria de Hugo Chávez parece que ya no logra tener efecto, sino que al contrario empieza a ser rechazado y mal visto por sus propios partidarios.
En este contexto surgen las permanentes e imprudentes declaraciones del almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa. En verdad, no son fáciles de interpretar. En todas ellas se observa una tendencia a irrespetar el artículo 328 de la Constitución Nacional y a debilitar valores fundamentales de la ética militar en el personal profesional de nuestra Fuerza Armada. Hasta aquí pareciera ser un problema de falta de formación militar del ministro de la Defensa, pero no logro explicarme lo repetitivo de esa posición pública. Las he leído con mucho detenimiento llegando a la conclusión de que en ellas se esconde una amenaza al régimen constitucional venezolano en caso de que nuestro pueblo opte en las elecciones por un camino diferente al revolucionario.
Las violentas declaraciones de Maduro al anunciar un supuesto sabotaje de la oposición al sistema eléctrico nacional han confirmado en mí las dudas que tengo sobre las imprudentes declaraciones del ministro de la Defensa. Amenazar con enviar a los militantes del PSUV a la calle, junto a la Fuerza Armada, a reprimir a los venezolanos en caso de ocurrir un apagón en todo el territorio nacional, pareciera más una maniobra que busca suspender las elecciones ante la certeza de su derrota. De todas maneras deseo recordar que no creo que la Fuerza Armada se preste para reprimir a nuestro pueblo ni acepte una suspensión de las elecciones. A los venezolanos nos queda un solo camino: votar masivamente por Capriles. A la Fuerza Armada, respetar el resultado electoral.
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