LUIS BETANCOURT OTEYZA | EL UNIVERSAL
viernes 12 de abril de 2013 12:00 AM
"A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada"
Winston S. Churchill
Winston S. Churchill
En un artículo -"Desahogo"-, escrito el 9 de 0ctubre de 2012, a tan solo dos días de las elecciones del 7-O, titulado "Paradoja democrática", anuncié mi decisión de no volver a "...votar con un sistema tramposo ni volver a aceptar el voto electrónico", y allí enumeré las razones en base a hechos y decisiones del sistema electoral que nos ha sido impuesto por el CNE chavista, y respaldado por buena parte de quienes dirigen la MUD. Los tres hechos que son inaceptables para reconocer las elecciones son: un CNE espurio por inconstitucional en su origen y composición, un REP nunca auditado y compuesto de cualquier cosa, y unas máquinas para lotería con las cuales nos obligan a votar y convierten en increíble cualquier resultado; hechos que se mantienen todavía además de medidas manipuladoras de la voluntad del elector y un ventajismo oficial consentido, y hasta auspiciado, por el CNE, como lo es, por ejemplo, el aceptar que la publicidad de unos falsos e inexistentes logros del gobierno no es propaganda política, mientras ataques y desmentidos a esas falsedades por opositores sí lo son.
Sin embargo, los escandalosos abusos y manipulaciones sufridos por los electores en la anterior elección y la falta de reacción ante el fraudulento resultado anunciado por el CNE, declarando un triunfo del agónico Chávez, y unas cifras y porcentajes no constatados por nadie, aunque por todos repetidos, han provocado una reacción de la sociedad civil, que espontáneamente ha surgido con fuerza volcánica y desde distintos sectores para reclamar y exigir correctivos. Inicialmente, quince diputados variopintos de la oposición, con María Corina Machado como portavoz; el anuncio de la Asociación de Rectores de las Universidades Autónomas, con Cecilia García Arocha como vocera; y, nuestros valientes y siempre consecuentes estudiantes, nuestros heraldos libertarios, que dispuestos a todo por todos, han liderizado la lucha por unas elecciones limpias, libres y transparentes para este 14 de abril, rompieron los fuegos. A ellos los han seguido innumerables movimientos y organizaciones, unas nuevas y otras conocidas, insistiendo en que se corrijan métodos y cesen atropellos. El descaro de los hechos es tan grueso que, para vergüenza de los venezolanos, más de 300 parlamentarios, expresidentes y personalidades latinoamericanas han exigido también unas elecciones de verdad, como las que se hacen en sus países.
Sin embargo, nada parece conmover a un CNE en manos de cómplices y alcahuetes del fraude chavista. Las carencias de Maduro, indigno constitucional y legal para ser candidato y presidente encargado, los fracasos de 14 años de derroche y corrupción, y el uso y abuso de instituciones sagradas para la patria como lo son y serán nuestras FAN, no les permiten ni siquiera lavarse la cara con agua sucia de falsa democracia, como la que usó Chávez en beneficio de los hermanos Castro. No pueden entregar el poder. Saben que irán presos y que se les despreciará urbi et urbe; que los que los que hoy los adulan o toleran esperan para desquitarse de su propia vergüenza.
Ante esta apabullante rebelión, el candidato Henrique Capriles anunció en Cumaná, la primogénita capital del estado Sucre y cuna del Mariscal, que había cambiado, que no reconocerá el resultado oficial si no la voluntad del pueblo; que va a respetar y hacer respetar esa voluntad popular que se ha manifestado a su paso, a lo largo y ancho del país; la mayoría que ha salido contra el miedo a decir que quiere seguridad y paz, que ama la libertad y no se entrega. La que teme pero no cede, y que ve otra oportunidad y no está dispuesta a dejarla ir por 6 años más, ni siquiera por pocos meses, de vergüenza al servicio del castro-comunismo cubano. Capriles ha anunciado que seguirá al pueblo y no a la farsa que está escondida en un REP preñado de fantasmas ni a la que se oculta agazapada en las máquinas electrónicas para lotería, y que oirá al pueblo por encima de lo que hablen esas máquinas tramposas; que no respetará la mentira del CNE y nos permite cantar: ¡Enhorabuena porque hay un camino! Y podemos repetir, como también escribimos el 20 de octubre de 2012, bajo el título "El Fraude Electrónico", que: "Las elecciones pueden ser un camino de liberación si así se las entiende y no se las traiciona". Así nuestras FAN podrán recobrar el prestigio perdido en su sociedad civil, donde eran, junto a la Iglesia, la Institución más respetada, por encima de los mismos partidos políticos, pero hoy muy rebajadas en el respeto y cariño popular; tendrán una oportunidad que no dejarán pasar. Por eso me comeré mis palabras de aquél 9 de octubre y me harán una buena digestión.
Además de todo lo antes argumentado o en ayuda a ello, debo confesar que ocurrió un hecho que me dobló el orgullo de sostener mi abstención individual y no promovida. Como abuelo sentimental, perdonen la redundancia de bulto, vi una imagen de mi nieta de 11 años, la mayor, y su hermano de 8, quienes por propia iniciativa, originada quizás en las angustias y desesperos expresados imprudentemente en su presencia por padres y abuelos, exigieron, ellos también, marchar el domingo a la avenida Bolívar de Caracas. Esa imagen de unos venezolanitos buscando su futuro desde este insoportable presente fue para mí demasiado y a la vez suficiente. Aunque sea solamente por ellos, o los nietos de la calle de entera, como dijo el poeta, debemos creer que hay otra oportunidad, y que vale la pena ir a votar una vez más, y en espera de la promesa anunciada por el candidato. Nos toca cumplir y esperar, esperar porque no sea en vano nuestro gesto, que será correspondido por quien lo debe liderar, que no será inútil apostar nuestra esperanza otra vez.
Sin embargo, nada parece conmover a un CNE en manos de cómplices y alcahuetes del fraude chavista. Las carencias de Maduro, indigno constitucional y legal para ser candidato y presidente encargado, los fracasos de 14 años de derroche y corrupción, y el uso y abuso de instituciones sagradas para la patria como lo son y serán nuestras FAN, no les permiten ni siquiera lavarse la cara con agua sucia de falsa democracia, como la que usó Chávez en beneficio de los hermanos Castro. No pueden entregar el poder. Saben que irán presos y que se les despreciará urbi et urbe; que los que los que hoy los adulan o toleran esperan para desquitarse de su propia vergüenza.
Ante esta apabullante rebelión, el candidato Henrique Capriles anunció en Cumaná, la primogénita capital del estado Sucre y cuna del Mariscal, que había cambiado, que no reconocerá el resultado oficial si no la voluntad del pueblo; que va a respetar y hacer respetar esa voluntad popular que se ha manifestado a su paso, a lo largo y ancho del país; la mayoría que ha salido contra el miedo a decir que quiere seguridad y paz, que ama la libertad y no se entrega. La que teme pero no cede, y que ve otra oportunidad y no está dispuesta a dejarla ir por 6 años más, ni siquiera por pocos meses, de vergüenza al servicio del castro-comunismo cubano. Capriles ha anunciado que seguirá al pueblo y no a la farsa que está escondida en un REP preñado de fantasmas ni a la que se oculta agazapada en las máquinas electrónicas para lotería, y que oirá al pueblo por encima de lo que hablen esas máquinas tramposas; que no respetará la mentira del CNE y nos permite cantar: ¡Enhorabuena porque hay un camino! Y podemos repetir, como también escribimos el 20 de octubre de 2012, bajo el título "El Fraude Electrónico", que: "Las elecciones pueden ser un camino de liberación si así se las entiende y no se las traiciona". Así nuestras FAN podrán recobrar el prestigio perdido en su sociedad civil, donde eran, junto a la Iglesia, la Institución más respetada, por encima de los mismos partidos políticos, pero hoy muy rebajadas en el respeto y cariño popular; tendrán una oportunidad que no dejarán pasar. Por eso me comeré mis palabras de aquél 9 de octubre y me harán una buena digestión.
Además de todo lo antes argumentado o en ayuda a ello, debo confesar que ocurrió un hecho que me dobló el orgullo de sostener mi abstención individual y no promovida. Como abuelo sentimental, perdonen la redundancia de bulto, vi una imagen de mi nieta de 11 años, la mayor, y su hermano de 8, quienes por propia iniciativa, originada quizás en las angustias y desesperos expresados imprudentemente en su presencia por padres y abuelos, exigieron, ellos también, marchar el domingo a la avenida Bolívar de Caracas. Esa imagen de unos venezolanitos buscando su futuro desde este insoportable presente fue para mí demasiado y a la vez suficiente. Aunque sea solamente por ellos, o los nietos de la calle de entera, como dijo el poeta, debemos creer que hay otra oportunidad, y que vale la pena ir a votar una vez más, y en espera de la promesa anunciada por el candidato. Nos toca cumplir y esperar, esperar porque no sea en vano nuestro gesto, que será correspondido por quien lo debe liderar, que no será inútil apostar nuestra esperanza otra vez.
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