CIPRIANO HEREDIA S. | EL UNIVERSAL
martes 16 de abril de 2013 12:00 AM
Los venezolanos estamos en medio de un episodio que sin duda marcará para siempre el futuro del país y que será recordado como un nuevo manotón institucional, tejido por un órgano electoral absolutamente parcializado que, con absoluto descaro, ha desconocido la voluntad popular. Lo sucedido en Venezuela anteanoche sólo es comparable en nuestra historia contemporánea con lo ocurrido en 1952, cuando el órgano electoral de la época proclamó vencedor al partido FEI, que apoyaba la lista de diputados a una Constituyente adeptos al general Marcos Pérez Jiménez, arrebatándole el triunfo al verdadero vencedor: el partido URD, liderado por el insigne abogado y tribuno Jóvito Villalba.
Hay que añadirle a esta comparación histórica, que la misma viene al caso no sólo por el golpe de mano que ejecuta el árbitro al torcer lo expresado por el pueblo en las urnas, sino porque la campaña se desarrolló en medio de un profundo desequilibrio, que también cuenta a la hora de configurar este fraude. En aquella época el ventajismo se realizaba mediante la férrea censura mediática, la abierta persecución policial a la disidencia que llegaba al punto de asesinatos de dirigentes en las calles, el control acérrimo del gobierno sobre las manifestaciones públicas y la actividad de los partidos, etc. Mientras que en este autoritarismo del s.XXI, el ventajismo se ejecuta con un arrope comunicacional brutal, la intimidación abierta a los funcionarios públicos, el uso de Pdvsa como fondo de campaña, la utilización de todos los recursos e instituciones públicas en la promoción de la candidatura oficialista, y la violación impune de todas las normas electorales por parte del Gobierno, entre otras irregularidades. Al final, sea el método o época que sea, el ventajismo es un elemento poderoso que incide de manera determinante y hay que denunciarlo sin tapujos.
Ahora bien, hecho el anuncio oficial por parte CNE el domingo a media noche, la reacción de nuestro candidato y sin duda Presidente Electo de todos los venezolanos, Henrique Capriles, estuvo esta vez a la altura y puso las cosas en su sitio: No se reconoce a Nicolás como presidente electo, se deja claro que los resultados que maneja el Comando Simón Bolívar no se corresponden con los anunciados desde el Ministerio de Asuntos Electorales del Gobierno –perdón, el CNE–, se fija la posición vertical de que no hay pacto posible con la mentira ni la manipulación, se denuncia el registro de más de 3.200 incidencias en el proceso que están documentadas y serán debidamente presentadas, y se solicita que, de inmediato, se proceda a la revisión general y total de los votos. Eso es lo anunciado hasta la hora de escribir este artículo el lunes a primera hora, pero con seguridad habrá más anuncios e información en las próximas horas.
Por último, salgámonos de lo estrictamente electoral y hagamos un breve análisis político. Este gobierno, que de por sí es írrito porque su partida de nacimiento es una sentencia inconstitucional, trató de lavarse la cara el domingo mediante las elecciones, pero terminó ensuciándosela aún más con un fraude. La debilidad de quienes detentan el Poder –ahora de manera aún más ilegitima mediante un manotón– es brutal. De hecho, aun si los resultados anunciados fueran ciertos, se trata de un gobierno tremendamente frágil, pegado con chicle, sostenido por intereses y no por votos. La única verdad es que Capriles sacó casi un millón de votos más que en 2012 que vienen del chavismo light, y que Nicolás por el contrario trajo al oficialismo al despeñadero. Nicolás está tan pero tan maduro, que se cae.
Los próximos días serán cruciales. Vamos a mostrar las irregularidades al mundo y a realizar el reconteo. Todos atentos a los anuncios del candidato y del Comando. La Venezuela democrática no se rinde.
Hay que añadirle a esta comparación histórica, que la misma viene al caso no sólo por el golpe de mano que ejecuta el árbitro al torcer lo expresado por el pueblo en las urnas, sino porque la campaña se desarrolló en medio de un profundo desequilibrio, que también cuenta a la hora de configurar este fraude. En aquella época el ventajismo se realizaba mediante la férrea censura mediática, la abierta persecución policial a la disidencia que llegaba al punto de asesinatos de dirigentes en las calles, el control acérrimo del gobierno sobre las manifestaciones públicas y la actividad de los partidos, etc. Mientras que en este autoritarismo del s.XXI, el ventajismo se ejecuta con un arrope comunicacional brutal, la intimidación abierta a los funcionarios públicos, el uso de Pdvsa como fondo de campaña, la utilización de todos los recursos e instituciones públicas en la promoción de la candidatura oficialista, y la violación impune de todas las normas electorales por parte del Gobierno, entre otras irregularidades. Al final, sea el método o época que sea, el ventajismo es un elemento poderoso que incide de manera determinante y hay que denunciarlo sin tapujos.
Ahora bien, hecho el anuncio oficial por parte CNE el domingo a media noche, la reacción de nuestro candidato y sin duda Presidente Electo de todos los venezolanos, Henrique Capriles, estuvo esta vez a la altura y puso las cosas en su sitio: No se reconoce a Nicolás como presidente electo, se deja claro que los resultados que maneja el Comando Simón Bolívar no se corresponden con los anunciados desde el Ministerio de Asuntos Electorales del Gobierno –perdón, el CNE–, se fija la posición vertical de que no hay pacto posible con la mentira ni la manipulación, se denuncia el registro de más de 3.200 incidencias en el proceso que están documentadas y serán debidamente presentadas, y se solicita que, de inmediato, se proceda a la revisión general y total de los votos. Eso es lo anunciado hasta la hora de escribir este artículo el lunes a primera hora, pero con seguridad habrá más anuncios e información en las próximas horas.
Por último, salgámonos de lo estrictamente electoral y hagamos un breve análisis político. Este gobierno, que de por sí es írrito porque su partida de nacimiento es una sentencia inconstitucional, trató de lavarse la cara el domingo mediante las elecciones, pero terminó ensuciándosela aún más con un fraude. La debilidad de quienes detentan el Poder –ahora de manera aún más ilegitima mediante un manotón– es brutal. De hecho, aun si los resultados anunciados fueran ciertos, se trata de un gobierno tremendamente frágil, pegado con chicle, sostenido por intereses y no por votos. La única verdad es que Capriles sacó casi un millón de votos más que en 2012 que vienen del chavismo light, y que Nicolás por el contrario trajo al oficialismo al despeñadero. Nicolás está tan pero tan maduro, que se cae.
Los próximos días serán cruciales. Vamos a mostrar las irregularidades al mundo y a realizar el reconteo. Todos atentos a los anuncios del candidato y del Comando. La Venezuela democrática no se rinde.
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