Finalizó 2022, un año signado por la persistencia de la pandemia y el temor a una nueva ola de contagios, dado el «tsunami» del mal tildado incorrectamente de China, por ser el gigante asiático el país donde se originó la enfermedad que, desde finales de 2019, impuso nuevas costumbres a los habitantes de este mundo en el cual ahora conviven las guerras y la peste — el conflicto ruso-ucraniano, el más publicitado por localizarse en Europa, no es el único: en Yemen, por ejemplo, se contabilizan más de 200.000 muertos en una conflagración que ya dura 8 años, y en Myanmar, tras el golpe militar (los golpes de Estado siempre son consumados por los ejércitos), se registran decenas de miles de fallecidos—, de modo que el lavado compulsivo de manos y el uso preventivo de tapabocas Kn95, las cuales no se distribuyen gratuitamente, por lo que (piensa mal y acertarás) no es descabellado barruntar que sus fabricantes propician de alguna manera la propagación del covid-19, han supuesto una uniformización conductual a nivel planetario.....
EN: https://www.elnacional.com/opinion/el-ano-de-la-esperanza/
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