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Buenas Tardes,
Nicolás Maduro hizo una elección presidencial llena de trampas que, aun así, perdió de forma aplastante, abrumadora, humillante, incluso histórica.
Y ahora no puede publicar el resultado de la elección que él mismo trampeó.
No solo eso, Maduro y sus secuaces del CNE están obligados esconder y destruir los resultados, actas, transmisiones y cuadernos electorales. Como el asesino que trata de esconder el cadáver de su víctima.
No pasará mucho tiempo antes de que el muerto empiece a heder y lleguen los zamuros.
Maduro escogió este camino, y con sus consecuencias tendrá que lidiar.
Ahí está el fraude: gigantesco, magnánimo, reluciente, fuerte, indestructible e irrefutable. Reluciente ante los ojos del mundo que empieza a reaccionar, y ante los ojos de los venezolanos que construyeron una victoria épica, bella, hermosa, fantástica, histórica.
¿Qué hará Maduro con este monumento al fraude que erigió? ¿Qué haremos los venezolanos? ¿Qué hará el mundo democrático?
Comencemos por el principio:
Corresponde al CNE dar los resultados electorales mesa por mesa. Está obligado a hacerlo.
No corresponde a la oposición dar el resultado electoral, tal como tantas veces lo advirtieron, amenazantes, desde el oficialismo.
El CNE no ha publicado los resultados y, por órdenes de Maduro, lo esconde y destruye.
Eso es lo primero. Sin resultados mesa por mesa no hay fraude que comprobar. La inexistencia misma del resultado es la prueba del fraude.
Luego, la oposición tiene una buena cantidad de actas, suficientes para demostrar una victoria aplastante de Edmundo González en todo el país, antiguos bastiones chavistas incluidos.
Ante esto el mundo democrático empieza a reaccionar. Algunos con claridad como Boric (Chile) y Mulino (Panamá). Otros aún tibios como Brasil, Colombia y México.
El Centro Carter, invitado como observador por el propio gobierno, salió a pedir lo mínimo, lo más básico, lo elemental: la publicación de las actas. Es decir, el resultado mesa por mesa.
Será muy difícil para los gobiernos democráticos del mundo ignorar este comunicado, poderoso por sencillo, del Centro Carter.
Desnudo
Culminemos, como el niño del cuento de Andersen, diciendo lo que todos alrededor de Maduro pueden ver pero nadie se atreve a decir: Maduro está desnudo.
Desprovisto de apoyo popular, con gigantesco rechazo de los venezolanos, execrado por el mundo democrático, y con un fraude electoral que no haya como enterrar.
Maduro está desnudo. No tiene cómo defender el no-resultado electoral. No tiene gente. Sólo le quedan los militares para defenderlo.
Repito, sólo le quedan los militares para defenderlo.
Son los militares quienes tendrán que defender el fraude electoral de Maduro, burlando la voluntad de los venezolanos.
Y no tengamos duda de que los militares van a defender el fraude de Maduro.
Hasta que dejen de hacerlo…
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