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Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
El último obstáculo
Las dictaduras cometen delitos aberrantes, inimaginables, en los países donde logran apoltronarse. Digamos que es su “modus operandi”, una manera de aplastar a quienes se le oponen y de aleccionarlos para evitar disidencias riesgosas que pongan en peligro su mantenimiento en el poder.
En eso pensamos al tomar nota del depravado secuestro de niños en tiempos de las dictaduras sureñas. Las abuelas argentinas celebran el hallazgo de uno de ellos, el número 138, aunque todavía faltan por ubicar poco más de 300, desaparecidos y robados por militares argentinos durante su oprobioso régimen de terror.
En eso pensamos, también, cuando registramos las muertes en cautiverio de presos políticos venezolanos, las detenciones de niños y adolescentes en las protestas post-electorales, las desapariciones forzadas de venezolanos o extranjeros para usarlos como monedas de canje, o las torturas a detenidos como las aplicadas recientemente al concejal Jesús Armas, según ha denunciado su familia.
Asesinatos, secuestros, torturas, abuso sexuales, desapariciones y un sinfín de crímenes de lesa humanidad fueron y son cometidos, todavía hoy, en nombre de “la patria”, “el nacionalismo”, “el pueblo”: etiquetas usadas por hampones, uniformados o no, para el usufructo del poder.
Justo cuando María Corina ha enviado un mensaje a los militares, uno de sus componentes, la GNB, perpetra la repudiable detención del “Goyo” Graterol, un demócrata falconiano, presidente de Primero Justicia en la región.
Estos efectivos, seguramente ejecutando una orden de Maduro, exponen a Graterol de manera bochornosa como a un delincuente. Se trata de un nuevo capítulo de la “gesta” degradante de este tipo de regímenes, todos signados, ayer y hoy, por el mismo legado represor.
Maduro le pide a los militares que lo defiendan, “donde sea y como sea”. Ojalá los militares sorprendan al país mayoritario y dejen de ser el último obstáculo entre la opresión y la libertad. Los venezolanos, la nación, lo merecen.
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