"....Regresemos a la Navidad, la paz, el diálogo. La negociación en República Dominicana es llevada por una representación de la oposición que incluye al presidente de la Asamblea Nacional. La Asamblea Nacional que, hasta ahora, ha sido particularmente clara en su desconocimiento absoluto de la ANC, está representada en esa negociación. Cualquier hipótesis que directa o indirectamente —la firma de un documento de conciliación que siquiera haga referencia a la ANC, por ejemplo— suponga algún tipo de reconocimiento de ésta, puede desencadenar dos consecuencias: la primera, que los entes financieros internacionales se apoyen en ese reconocimiento para financiar o refinanciar la deuda pública externa, bajo la égida de la ANC, quitándole al gobierno uno de sus principales dolores de cabeza; la segunda, que la comunidad internacional termine por aceptar, por lo menos de hecho, a la ANC.
Si de los acuerdos producto del dialogo puede inferirse algún tipo de reconocimiento a la ANC, por muy indirecto, oblicuo o tenue que éste sea, el porque me da la gana habrá quedado instalado, bendecido y funcionando en su encarnación más perfecta. ¿Que se trataría de acuerdos para abrir el canal humanitario, liberar los presos políticos, permitir elecciones transparentes y restituir las funciones de la Asamblea Nacional? Sí, pero con la ANC a la cabeza del país —como poder máximo del Estado—, hasta que le dé la gana a su titiritero. ¿Y quién quita que el porque me da la gana —ejercido a través de la ahora reconocida y siempre omnipotente ANC— se desate y deje sin efectos prácticos esos mismos acuerdos alcanzados con la oposición? Sólo nos queda esperar que el diálogo no genere ningún tipo de reconocimiento a la ANC...."
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