En julio pasado, el gran problema de Nicolás Maduro fue una rebelión respaldada por la oposición contra su plan de reemplazar el parlamento electo de Venezuela por una asamblea constituyente elegida a dedo. Más de 120 personas murieron en protestas masivas y las fuerzas armadas parecieron dudar brevemente en su apoyo al gobierno. Ahora el dictador presidente de Venezuela tiene su nueva asamblea en su lugar y a la oposición donde la quiere, dividida y debilitada. Pero él tiene ahora otro problema: se está quedando sin dinero en efectivo.
Por columna Bello en The Economist | Traducción libre del inglés por lapatilla.com
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