Vengo a compartir la dicha de haber descubierto un poeta. Descubrir suena jactancioso, pero lo prefiero a “encontrar”, “tropezar”, “obedecer recomendaciones”.
En Shiraz, la ciudad persa donde nació Hafiz, lo más notable y turístico es un templo rodeado de bellos jardines construido en su honor. Supongo que hasta los niños lo recitan de memoria (excluyendo algunos poemas tan irreverentes que los incluyo en este ensayo con incierto pudor). Ha acumulado millones de seguidores, desde Nietzsche hasta Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes lo utiliza en sus disquisiciones sobre casos complicados). Incluyan, para ampliar el abanico, a García Lorca, Emerson y Brahms, quien utilizó sus versos en algunos de sus cantos. Engels le comentó a Marx que los versos de Hafiz son obscenos hasta traducidos al latín. Goethe se apasionó tanto con Hafiz que llegó a hacerle una antología bastante extensa y en un paroxismo se declaró musulmán. Debe haber mucho más, pero en la inmensidad del mundo y los casi siete siglos que han pasado desde que Hafiz escribió su extensa obra, puede que yo haya sido el único testigo de su grandeza durante los instantes de mi primera lectura y primer estremecimiento......
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