Ha surgido en Venezuela una epidemia de negociadores y negociados entre miembros de la oposición y el criminal e ilegítimo régimen de Nicolás Maduro: Henrique Capriles negocia, Stalin González negocia, Claudio Fermín negocia. Los encuestadores Luis Vicente León y Jesús Seguías demandan insistentemente una negociación, Carlos Raúl Hernández pide con vehemencia una negociación.
Desde el exterior el canciller español Borrell, el Papa, el funcionario de Trump, Abrams, los intelectuales Smilde y Lowenthal del Wilson Center en Washington recomiendan una negociación.
Se habla con creciente frecuencia de “pasar la página”, de “borrón y cuenta nueva”. Rechazamos la venganza, dicen los guerrilleros de ayer, quienes se rebelaron fusil en mano contra la democracia paro ahora se inclinan por el diálogo con los tiranos. “Acérquese a los chavistas arrepentidos”, le recomienda Ricardo Combellas a Juan Guaidó, que ellos también son compatriotas. Henri Falcón aboga por una coexistencia pacífica con perseverancia digna de mejor causa. Zapatero, Mujica, Ochoa Antich se retratan con Maduro y con los hermanos Rodríguez, los símbolos de la corrupción e ineptitud del régimen.
Es paradójico que en el momento en el cual el régimen de Maduro está más débil que nunca, gracias a la presión externa sobre los criminales, exista un grupo creciente de venezolanos que piden negociar con el régimen y ofrecerle concesiones para que permitan una transición pacífica hacia la democracia. Negociar con los criminales puede dar algunos logros a corto plazo y una ilusión de victoria a lo que sería, realmente, una entrega.....
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