Laceiba de Ramón Muchacho el 30 de mayo

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Saludos,

Cuando Delcy dice que “No recomiendo a nadie que estudie la economía venezolana, porque según los libros de economía no la van a entender”, no esta haciendo un ejercicio de autocrítica al desastre macroeconómico del que ella es en parte responsable.

Lo dijo con el desparpajo y el gozo de quien cree estar revelando una verdad inconfesable, al calor de un ron en un bar con los amigos.

Se le agradece la sinceridad: quien intente explicar el modelo económico del chavismo desde cualquier escuela de pensamiento —sea liberal, keynesiana o marxista— se quedará corto. Porque lo que sostiene nuestra economía no es una doctrina, sino la arbitrariedad institucionalizada, el uso político de la renta, la opacidad, la captura del Estado por mafias con intereses contradictorios, y una estrategia deliberada de control social.

Delcy Rodríguez estudió en Europa gracias a una beca de Fundayacucho. Pero al parecer se perdieron esos reales. Su recomendación no es que tengamos una política fiscal, monetaria o industrial concebida por los mejores economistas del país (que vaya que hay muy buenos) sino que aceptemos que la vaina es así, como a ellos les da la gana. Que nos resignemos al caos como destino. Que dejemos de buscar sentido donde lo que reina es el capricho.

No, Delcy. No es que la economía venezolana no se puede estudiar. Es que lo que ustedes han hecho no resiste el menor análisis, porque parece una obra del teatro del absurdo. Delcy a cargo de la economía nacional es una versión de La Cantante Calva de Ionesco pero en el siglo XXI: sin lógica, sin propósito y sin final

Por cierto: el panorama de la economía venezolana es sombrío y no está para chistes como el de Delcy en Expo Fedeindustria. Hasta ayer respiraba al latido de los barriles de Chevron, pero sin ello y con un fraude electoral a cuestas, no hay verdaderamente mucho qué hacer para salvarla.

Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.