Al fin Nicolás Maduro comenzó a ver. Fue necesario que toda Caracas y sus alrededores se quedaran sin luz para que se produjera el increíble milagro. El hombre que reía y bailaba a cada rato consiguió de súbito el estado de iluminación completa. Vio entonces con claridad la situación calamitoso del país y compungido confesó lo inconfesable: “Los modelos productivos que hasta ahora hemos ensayado han fracasado, y la responsabilidad es nuestra, es mía (…), tenemos que echar adelante esa potencia económica que tenemos” (EFE)....
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