“La guerra es
un homicidio en gran escala, disfrazado de una suerte de culto sagrado, como el
sacrificio al dios Baal”. Igino Giordani, (1894-1980)
El
principal derivado de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fueron los
8.500.000 de víctimas de una tragedia que marcó la conciencia y memoria de unos
europeos demasiado acostumbrados a la matanza desde tiempos inmemoriales, algo
común por cierto, desde la Biblia para acá. Todo acabó por la fatiga.
Tanto es así que los vencedores: Francia, Inglaterra, Italia y los Estados
Unidos tampoco tuvieron ánimos de conquistar Berlín, sede y cerebro de la
maquinaria de guerra germánica celosa del colonialismo terrófago y oceánico de
sus vecinos. Alemania, la principal potencia industrial de la época, se rinde
no por causas económicas, étnicas o políticas como sí fue el caso del
hundimiento de la Rusia zarista en el año 1917 con la toma del poder de los
bolcheviques, se rinde porque militarmente fue derrotada. “Las causas
militares, y solo ellas, fueron las determinantes. El alto mando temía la
ruptura del frente de un día a otro. La firma del armisticio corroboró la
derrota, pero permitió evitar el completo desastre”. Esto lo ha manifestado
Pierre Renouvin (1893-1974), historiador francés en un libro clásico sobre el
tema en cuestión....
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