Su manantial de humor no era una condición lúdica en su manera de ser. Tampoco su contagiosa alegría era un accesorio de su vida, era su naturaleza que le circulaba al rojo vivo por todo su cuerpo y alma. Su personalidad era fantástica. El teatro, la música y la risa lo mostraban en cada escenario con su aureola de hombre sublime.
El arte lo convirtió en un sociólogo e intérprete de la existencia humana. En sus espontáneas reflexiones trocaba en un torrente de ocurrencias matizadas de un fino humor que nos rescataban de la tristeza. Estar al lado de Guillermo permitía saberse libre plenamente. Lejos quedaban los rencores y las penas, para imponerse con esa cantera de carcajadas en las que flotaban ideas con sentido y trascendencia, siempre remando hacia la orilla de la armonía social.....
EN: https://www.elnacional.com/opinion/guillermito-fantastico-gonzalez/
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