Es necesario establecer un sistema de investigación y de castigo de la corrupción que ha destruido a Venezuela. La corrupción es solo una y aplica tanto al ministro o presidente de un país que trafica con drogas o roba miles de millones de dólares como al portero del ministro que recibe $20 para dejar pasar a quien no le corresponde. La carencia de una razonable taxonomía de esta aflicción ha contribuido a impedir que su combate sea efectivo. La gente encuentra muchas excusas para no hacer nada, entre otras:
· Nadie sabe que es, ¿Cuál es la frontera entre corrupción y recibir un favorcito?
· Puede ser hasta útil, pues acelera los asuntos administrativos que nos interesan
· Existe en todas partes, en países atrasados y adelantados
· Sus raíces son demasiado profundas, algunos hasta dicen que genéticas
· El cambio tomaría demasiado tiempo
· Todo el sistema está tan podrido que los anormales son los honestos
· ¿Qué puedo hacer yo por mi cuenta?
Por supuesto, cada una de estas excusas puede y debe ser combatida. Sin embargo han generado mucha pasividad y conformado una actitud colectiva que ha hecho muy difícil mover el carromato de la anti-corrupción. Ello ha sido ayudado por la cuantía de nuestro ingreso petrolero, ya que el dinero ha sido obtenido sin mucho sudor. El venezolano llegó a pensar que los barriles de petróleo eran inexhaustibles y codiciados por el resto del mundo que “se vendían solos”. Si el río tenía tanta agua llenar un baldecito personal no haría mucha diferencia.
El desastre venezolano de los últimos 20 años ha erosionado la validez de algunas de estas excusas.....
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