Monday, November 6, 2017

Angel Rafael Lombardi Boscán: Cuando el pratriotismo es un delito

El patriotismo para los servicios secretos de los Estados Unidos bajo los designios de la CIA termina siendo la más vil corrupción. “Barry Seal” con un simpático y caricaturesco Tom Cruise, porque “Barry Seal”, quienes la hicieron, se la gozan, porque es la crónica de un exceso de tropelías orgiásticas de un Poder Imperial que hace que las instituciones democráticas, en la mayoría de los casos, sólo sea un saludo a la bandera. Sí eso ocurre en los Estados Unidos, la sociedad que se jacta de vivir de acuerdo al “imperio de las leyes” y la institucionalidad más avanzada con su separación de poderes y el escrutinio de los electores, que podremos esperar de sociedades embrionarias, desarregladas y permisivas como las centroamericanas y las de América del Sur.
“Barry Seal” es una muy buena clase de historia contemporánea sobre la política exterior de los Estados Unidos en el contexto final de la Guerra Fría (1947-1991) y su lucha contra la amenaza comunista mundial en el escenario centroamericano y del Caribe, es decir, la llamada frontera del Sur. El que quiera profundizar sobre ésta podredumbre a través de una presentación nada jactanciosa y senatorial sólo tiene que leer el magnífico: “La Arrogancia del Poder” (1976) de William S. Fullbright. El claroscuro delinea a la Democracia Imperial (Octavio Paz) que es el Tío Sam en un permanente desdoblamiento; la paradoja de un sistema lustroso defensor de los valores del mundo libre utilizando los medios de una mafia sin remordimientos en producir actos delictivos soterrados. Todo vale cuando se trata del patriotismo, o mejor dicho, de una autoestima nacional rellenada por mitos como el del Destino Manifiesto o creerse que de verdad sé es Dios en la tierra como árbitro de una Pax Americana emulando a otra igual de bárbara y criminal en el mundo antiguo la: Pax Romana.

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