CAMBRIDGE –
Startups, incubadoras, aceleradoras, capital de “ángeles”, capital de riesgo, fusiones y adquisiciones, ofertas públicas de acciones, un mercado de capital líquido, tecno-parques, una o dos universidades importantes, y un grupo de firmas de abogados especializadas. Una vez que se ha construido este ecosistema,
à la Silicon Valley, se puede pasar a ser la próxima Ruta 128 de Massachusetts, el próximo “Research Triangle” (Triángulo de Investigaciones) de Carolina del Norte, o el próximo “
Start-Up Israel“.
Pero, si bien el éxito genera imitación, lo opuesto no suele ser el caso. Las estructuras complejas, con muchos elementos interdependientes, no se crean de la nada. Emergen de procesos idiosincráticos en los que cada innovación organizacional altera el ecosistema, haciendo factibles otros cambios. Intentar copiar el ecosistema resultante es como tratar de construir un puente sin andamios: es imposible porque la estructura no puede soportar su propio peso durante su construcción.
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