El Consejo Federal de Gobierno transmitido el lunes en cadena nacional desde el Palacio de Miraflores fue el escenario donde los cuatro gobernadores adecos –juramentados ante la espuria asamblea nacional constituyente– demostraron la verdadera dimensión de su traición; no solo habían prometido que no se arrodillarían ante ella, se trata de la ruptura que provocaron en la unidad representada en la Mesa de Unidad Democrática y que ha significado la pérdida de credibilidad en la comunidad internacional, que ahora pone en entredicho a la oposición venezolana, reconocida con el prestigioso Premio Sájarov por su lucha heroica durante esos meses de desobediencia civil, cuando el país clamaba por el cambio del régimen y que inútilmente costaron la vida a 130 jóvenes venezolanos, miles de heridos y cientos de presos politicos.
La felonía de los cuatro adecos, convenientemente “autoexcluidos”, ha sido aprovechada por el régimen de Nicolás Maduro para presumir de demócrata y avanzar en su escalada de atomizar a la oposición, de orquestar una “oposición útil” –actualmente en construcción– e incluso de elegir a un candidato presidencial a su medida que garantice una nueva derrota a los demócratas para continuar en el poder.
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