Fue jeque de confianza de Hugo Chávez y financista de todas las tropelías que se cometen en Venezuela al calor de la dictadura. Llegó el momento que los técnicos petroleros, casi todos en el exilio, han advertido: la quiebra es inminente y así es.
Se emitieron bonos, bajo el mando de Rámirez, como si fueran bambalinas y hoy es imposible pagarlos. Títulos de la compañía que representan el 30 por ciento de la deuda Venezolana. El otro milagro de quien se ufanaba de ser rojo rojito, fue acabar con la producción que antes de la dictadura sumaba más de tres millones de barriles diarios, a 1.9 que es lo que hoy en día y a duras penas, genera la exterminada empresa.
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