Los despachos de agencia que parten de Caracas a menudo se refieren a una informe edificación inconclusa que es, a la vez, sede central de la policía política y ergástula de la dictadura de Nicolás Maduro: el llamado Helicoide.Para los caraqueños de hoy, el Helicoide equivale, ni más ni menos, al infame edificio de la antigua Prinz Albrecht Straße berlinesa, marcado con el número 8: el cuartel general de la Gestapo. Ser conducido allí tras ser secuestrado por los esbirros del Sebin, el protervo Servicio Bolivariano de Inteligencia, conjura la peor de las suertes.Dice mucho que un agujero en los sótanos, destinado al confinamiento solitario, sea conocido como “la tumba”. Como en todo teatro de torturas, el Helicoide ha alojado irreductibles presos políticos cuya última desesperada acción de resistencia a la barbarie ha sido el suicidio.
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