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Saludos,
Algunos políticos repiten que a “la gente” solo le interesan “los problemas de la gente”: los apagones, la falta de agua, la plata que no alcanza o el transporte público.
Dicen que no les interesan temas abstractos, sino muy concretos. Hablan desde la superioridad de quien cree que ha descifrado el alma de aquellos a quienes dicen representar.
Sin embargo, esa tesis se ha visto desafiada una y otra vez por la realidad, y pareciera que no quieren darse cuenta.
Si de verdad fuera cierta, el resultado de las primarias de octubre habría sido otro. Ni qué decir del 28 de julio. La mayoría está clarita: no quiere “remiendo” de servicios ni escoger a un gestor de la precariedad. Apostó —y sigue esperando— por un cambio profundo y radical, por un giro de 180 grados.
Y no es que a los venezolanos no les importe la depauperación y los problemas cotidianos, no. Les importan, y mucho. Y precisamente por ello entienden perfectamente que con Maduro en la ecuación no hay manera de que tales problemas se alivien.
La guinda de la torta es cuando se argumenta que una cosa son las redes sociales y otra los problemas de la gente, como si fueran ámbitos completamente divorciados.
Al final, hablar de “los problemas de la gente” es un recurso retórico que remite a un unicornio inventado: un ser imaginario al que le atribuyen creencias y expectativas convenientes para justificar su propia oferta, una y otra vez rechazada. En nombre de esa ficción, hay dirigentes que no aceptan el actual liderazgo democrático y pretenden erigirse en representantes de una mayoría que, lejos de querer ser mal representada, lo que quiere es algo nítido y contundente: desalojar al malandro que ocupa Miraflores, no atornillarlo.
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A propósito del escándalo de Maduro por la presencia de un submarino de propulsión nuclear en el despliegue de Estados Unidos y la supuesta violación del Tratado de Tlatelolco, cabe recordar que el año pasado el submarino de propulsión nuclear Kazany y otros buques de la Armada rusa estuvieron en el litoral venezolano.
Así que el primero que violó el tratado fue el propio Maduro, al permitir ese submarino nuclear ruso en nuestras costas.
De coherencia no se van a morir!
Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba
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