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Saludos,
Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
El reincidente
Al leer las noticias es inevitable pensar el insólito punto al que Maduro ha llevado al país, por su obsesión y delirio por el poder.
Maduro ha decidido someter a los ciudadanos a todo tipo de sufrimiento y de riesgos, como los que hoy nos acechan, con tal de mantener a Venezuela bajo su dominio y opresión.
La actitud del dictador confirma los niveles de odio que anida contra los venezolanos y su desprecio absoluto por el bienestar de la Nación.
No es que sea nueva esta actitud criminal de Maduro: han muerto cientos, miles de venezolanos bajo sus garras, por hambre, por asesinatos, por escasez de medicinas, por falta de atención médica, mientras él ha seguido allí, como un privilegiado, entre las mieles del poder y el bajo mundo del crimen.
Aún en medio de las actuales circunstancias, el tipo insiste en usar su maquinaria de represión para continuar la cacería de ciudadanos inocentes, en una demostración de que su sed de venganza es insaciable.
Y nada, nada la saciará, hasta que alguien lo detenga.
De aquellos polvos…
Es importante identificar al responsable de esta situación, porque hay gente que se confunde, se abruma, por tan difícil circunstancia.
El 28 de julio de 2024 Maduro tuvo, una vez más, la oportunidad de darle al país la continuidad de una hoja de ruta pacífica, constitucional, de plena convivencia, decidida soberanamente por una abrumadora mayoría de los venezolanos.
Pero no. Optó nuevamente por el arrebato, con el respaldo cobarde de Padrino López, Cabello, los Rodríguez y el resto de los secuaces que decidieron aplastar brutalmente a quienes reclamaban el respeto a los resultados.
Ahora estamos en un nuevo trance y los únicos responsables de esta crítica situación son estos personajes, que prefieren continuar sacrificando a los venezolanos antes que dar un paso al costado.
Estos lodos vienen de aquellos polvos: de todas las oportunidades perdidas, como en 2016, 2018, 2020 o 2024, que Maduro despreció y con ello bloqueó el camino de una transición pacífica.
Nunca debemos olvidar de dónde venimos, para saber con certeza hacia dónde queremos ir.
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