Lo peor
que podría hacer el papa Francisco durante su viaje a Colombia del 6
al 10 de septiembre sería seguir haciendo llamados a la ‘paz y
reconciliación’ en Venezuela. Eso es exactamente lo que el presidente
venezolano, Nicolás Maduro, quisiera. A Maduro le encantaría que el Papa
reiterara sus llamados a un ‘diálogo nacional’ en
Venezuela: eso ayudaría a Maduro a desviar la atención internacional de
sus últimas medidas para convertir a Venezuela en una dictadura, y
haría que sus recientes violaciones a la Constitución se conviertan en
un hecho consumado.
En las últimas semanas, Maduro ha recortado prácticamente todos los
poderes de la Asamblea Nacional y el Congreso, que la oposición había
ganado por una avalancha de votos en las elecciones legislativas del
2015. Maduro ha creado ahora una así llamada Asamblea
Constituyente, cuyos legisladores fueron electos a dedo por el régimen
para redactar una nueva Constitución como la de Cuba, y pueden legislar
por encima de la Asamblea Nacional democráticamente electa.
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