Tuesday, January 30, 2018

Moisés Naím: La angustiada euforia de Davos

Los ricos están más contentos que nunca. Las principales economías están creciendo, los riesgos de colapsos financieros parecen bajos, Trump redujo los impuestos, los precios de las empresas en las bolsas de valores están por las nubes y, por lo tanto, las fortunas de sus dueños y directivos también. Por todo esto, en la reunión anual del Foro Económico Mundial que acaba de terminar en Davos (Suiza), el ambiente entre los ricos que allí asisten fue de euforia. Pero de una euforia angustiada, ansiosa. Saben que hay algo que no está bien. O, mejor dicho, muchas cosas no están bien.
La lista es conocida y los científicos y analistas que van a Davos la recordaron hasta la saciedad. Cambio climático, guerras, pobreza y desigualdad, descontento social, terrorismo, ciberataques, malos líderes políticos y todo lo demás. No está claro de dónde vendrá la mala noticia que acabará con la bonanza, ni cuándo. Tampoco es seguro que llegue. ¿Quién sabe? Quizás no ocurra la catástrofe que descarrile este tren.
Uno de los temas que dominó esta reunión anual del Foro fue el de la inteligencia artificial. Para Sundar Pichai, el jefe de Google, “la inteligencia artificial nos va a salvar, no a destruir. Es probablemente lo más importante en lo que la humanidad jamás ha trabajado. Creo que la IA tendrá un efecto más profundo que la electricidad o el fuego”. Casi nada.

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