EN: https://www.elnacional.com/2025/10/contra-el-miedo/
El cardenal Baltazar Porras, quien fue vigilado y hostigado para impedir su presencia en la misa en Isnotú el día del santo José Gregorio Hernández, el pasado 26, ha respondido con serenidad y certeza a la conducta reiterativa de los jerarcas del régimen. Ha reclamado, frente al abuso cometido, la posibilidad de actuar con un mínimo de dignidad. Lo que cada venezolano, con seguridad, comparte al sentir en su vida cotidiana la mano larga de un Estado que en lugar de protegerlo, lo agobia y lo humilla.
"El abuso del poder y la mentira quiere generar en nosotros una actitud de miedo", expresó Porras sin alzar la voz, sin nombrar a nadie porque no hace falta, en una reciente misa en la que contó la absurda peripecia de su frustrado viaje a la tierra trujillana donde nació el ahora santo José Gregorio Hernández. Un hombre solo rodeado de soldados como si se tratara de un perseguido o representara un peligro para la seguridad ciudadana y las instituciones. La santificación de José Gregorio y de la madre Carmen Rendiles, quizás la mayor celebración religiosa de nuestra historia, se intentó desvirtuar con este agravio a una figura clave en la canonización de los dos beatos.
El régimen es prisionero de la ira. Está incapacitado para actuar de otra forma. Un gobierno, en el caso de que este lo fuera, seguro de su proceder, de su ascendencia sobre la población, que busca el consenso para actuar y para aprobar leyes y dirigir la nación, está en el polo opuesto de quienes mandan en Venezuela: un mandato ilegítimo que ahora, más que nunca, está en el centro del debate y del reclamo, a veces mudo, de un pueblo que sabe que le escamotearon el respeto a su derecho a decidir.
¿Hasta cuándo durará la política de sembrar miedo, incluso terror? ¿Hasta cuándo la podrán seguir ejecutando? ¿Seguirán escudándose en el poder letal y disuasivo de las armas para contener el reclamo democrático de quienes, supuestamente, dirigen?
Es una huida hacia adelante. Hacia la nada, porque han perdido irremediablemente la confianza del soberano. Tiempo han tenido, en demasía, para simplemente sujetarse a los preceptos constitucionales y ofrecer sosiego y algo de futuro a la gente. Han hecho todo lo contrario: encarcelando al que se rebela, expulsando a millones al exilio, pregonando la violencia en el verbo y en los hechos, y siendo dóciles y entreguistas con quienes, esos sí, solo buscan aprovecharse de las riquezas, cada vez más menguadas, de la nación. Pero el miedo no dura para siempre, y demostraciones ha habido en estos 25 años de martirio. La aspiración a la libertad nunca ha claudicado.
No comments:
Post a Comment