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Saludos,
Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Unidad y liberación
La razzia que agobia ahora mismo a venezolanos inocentes muestra que en un régimen tiránico la situación siempre avanzará hacia un abismo sin fin, pese a que haya gente que preste su talento -y su dignidad- para vender una supuesta mejoría (o normalidad) si al déspota se le deja tranquilo y no se le molesta.
La tiranía no se convertirá en un sistema bueno si no se le perturba o el país “pasa agachado”. Ella nunca se da por satisfecha. Su vocación depredadora le impone ir por más y más destrucción. Se nutre de la cacería permanente de culpables y sospechosos.
Que el terrorismo de Estado sea el signo de la Venezuela de Maduro, debería servir de suyo para que se consolide la unidad nacional e internacional en torno a la necesidad de su salida inmediata del poder.
Por supuesto, eso debió ocurrir en 2024, cuando los venezolanos recorrieron la vía constitucional, pacífica y electoral que tantas veces reclamó la comunidad internacional a la oposición democrática, y cuanto opinador y analista había por allí pontificando sobre la ruta electoral, la exigencia de contar con testigos “en todas las mesas” y el mantra de que había que ganar por nocaut.
Bueno, todo eso se hizo, y hasta más: acuerdos de Doha y Barbados, garantes internacionales amigos de Maduro (Lula, López Obrador y Petro) y misiones de observación electoral aceptadas por el régimen, como las del Centro Carter y la ONU.
Más de año y medio después, queda claro que mientras el dictador siga allí, nadie estará a salvo en Venezuela y el potencial desestabilizador y criminal del régimen continuará acechando a otras democracias de la región. Seguirán los secuestros y las detenciones como el pan de cada día, con amplias franjas de la población huyendo o sometidas a mínimos de sobrevivencia, y Maduro y su cogollo aplastando a los venezolanos mientras perpetran sus crímenes y despojan a la nación.
Aunque sea obvio, hay que repetir que la agonía y el sufrimiento que padecen los venezolanos no deberían prolongarse ni un minuto más.
Y que todos deberíamos poner nuestro granito de arena, donde sea que nos encontremos y como estemos, para ayudar a concretar ese norte.
Solo unidos seremos libres.
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