Saturday, September 23, 2017

"Un mísero detalle técnico": La disolución de la Constituyente; por Ramón Escovar León

Para que una Asamblea Constituyente sea reconocida como tal debe ser producto de una consulta popular. Sobre este aspecto hay una opinión dominante en la doctrina venezolana y extranjera, de hoy y de siempre. Siguiendo las recomendaciones de Vladimir Ilich Lenin, la Constituyente “elegida” el pasado 30 de julio no “es expresión exacta de la voluntad del pueblo”, como expliqué en Prodavinci en mi artículo del 1 de agosto pasado.
La Asamblea Nacional Constituyente (ANC) es el talón de Aquiles de la revolución populista. No fue producto de la consulta al pueblo y se pretende imponer bajo la amenaza de las bayonetas. Nace, así, herida y su origen está afectado de nulidad absoluta y, por tanto, no puede ser convalidada por nadie. Padece de legitimidad de origen.
Por esta razón las democracias occidentales de mayor peso no la reconocen.La prensa nacional e internacional señala que los voceros del gobierno en la mesa de diálogo exigen que la oposición reconozca la constituyente. Esto no debe sorprender porque a través de ella se ha pretendido consolidar la dictadura del PSUV y fulminar el único poder asambleísta que existe: la Asamblea Nacional. Pero esto no es posible ya que nadie puede convalidar un acto que nació nulo. Así, por vía de consecuencia, no se pueden ratificar los actos dictados por la ANC. Atrapado como está, el gobierno pretende que la oposición reconozca lo que no puede reconocer jurídicamente. Se trata de una exigencia mediante la cual se manipularían las posibilidades de negociar una salida política a la enorme crisis causada por el fracasado “socialismo del siglo XXI”.

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