Con motivo de la publicación del acto írrito “constituyente” contra el odio y por la convivencia pacífica y la tolerancia (Gaceta Oficial del 8-11-17), se advirtió sobre su segura y torcida aplicación a los fines de la más efectiva amenaza por cualquier discurso que de alguna manera pudiera afectar a quienes detentan el poder.
La procesión de la Divina Pastora constituyó la oportunidad propicia para que los obispos López Castillo y Basabe expresaran en sus homilías el común sentimiento y reclamo por las injusticias que padecemos y denunciaran, con crudeza, el hambre, la corrupción y las carencias de un pueblo que, sencillamente, clama por mejores condiciones de vida.
Calificar estas alocuciones como discursos de odio, que implican discriminación, segregación o persecución por motivaciones raciales, políticas, de sexo, religiosas o de condición social, con manifiesta lesión a la dignidad humana es, por decir lo menos, un despropósito o un auténtico disparate.
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