El auge de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum no sólo ha despertado el interés de la comunidad inversora, sino también de algunos políticos que tratan de sacar tajada de este mercado en ebullición.
Por Juan Ramón Rallo en blog.juanramonrallo.com
Éste es el caso de, por ejemplo, Nicolás Maduro. El dirigente socialista ha anunciado recientemente la creación de una nueva divisa, denominada Petro, con la que pretende “avanzar en materia de soberanía monetaria”, esto es, con la que pretende otorgar un mayor poder al Estado venezolano. Y he ahí la primera gran contradicción entre el Petro y el resto de criptodivisas: las criptodivisas surgen como un mecanismo absolutamente descentralizado —no controlado por nadie— para efectuar transacciones entre individuos; Petro, en cambio, se crea como un artilugio centralizado para facilitar la financiación de un régimen autocrático, corrupto y manirroto. O expresado en otras palabras: la fortaleza de las criptodivisas reside, precisamente, en que los inversores sólo necesitan confiar en su protocolo público y (cuasi) inmutable, no en la bondad o en la sabiduría de ningún gobernante que las maneje; por el contrario, la debilidad del Petro descansa en que los inversores sí necesitan confiar en la bondad y en la sabiduría de Maduro a la hora de administrarla, dos rasgos que, hasta la fecha, no han caracterizado su presidencia.
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