Sunday, January 21, 2018

Guillermo Vargas: Los buenos vinos, entre más viejos mejores

“Somos como los buenos vinos, entre más viejos mejores”, una expresión muy común pero bastante alejada de la realidad.  Según este concepto, los vinos jóvenes no son tan buenos y los añejados tienen una calidad infinita, lo cual es totalmente falso. Los vinos tienen una curva de vida, que consta de tres etapas: una primera donde la calidad va en aumento, una segunda donde se logra la plenitud de calidad, y una tercera donde la calidad va disminuyendo. Lo ideal es consumir el vino en la segunda etapa de su vida, cuando logra su máxima calidad. La duración de esas etapas depende del tipo de vino, se cuentan desde el año de cosecha, colocado en la etiqueta; en la mayoría de los blancos y rosados, la plenitud se logra el primer año de vida, donde se expresa mejor su frescura; como por ejemplo muchos vinos  Bordeaux, Sancerre, Samur, Rueda, Riveiro; y varietales como Sauvignon, Chenin Blanc, Malvoisie, Macabeo, Alvariño, Verdejo, Pinot Grigio, Sylvaner y Riesling, entre otros. Los  blancos con fermentación y/o añejamiento en barrica, pueden alargar su vida hasta unos tres años; como por ejemplo los Chablis, Chassagne-Montrachet, Poully-fuisse; y algunos Chardonnay de Estados Unidos, Australia, Chile y Argentina.  Los vinos blancos, dulces, se pueden consumir entre cinco y hasta veinte años como Pedro Ximénez, Sauternes, Oporto y Tokay.

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