Sunday, February 25, 2018

Antonio Pasquali: Por una abstención masiva y unitaria

Salvo circunstancias excepcionalísimas e imprevisibles que pudieran transfigurar el deprimente tablero político nacional y modificar súbitamente sus alternativas, es evidente de toda evidencia moral, política y lógica que ningún demócrata probo y concienzudo habrá de votar el próximo 22 de abril, día en que el dictador Nicolás Maduro consumará al estilo coronel africano un apresurado y fraudulento intento de reelegirse. Una más de las tantas fechorías cometidas por los regímenes chavistas y su brazo armado para afianzarse en el poder a punta de bayonetas, encarcelamientos, inhabilitaciones políticas, amedrentamientos, intoxicación, chantajes ideológicos, eliminación de voces disidentes y compra de votos, rechazo militar al canal humanitario hoy responsable de decenas de muertos diarios por inanición y desatención sanitaria, con la ejecución extrajudicial del disidente ex inspector de policía Oscar Pérez y seis de sus conmilitones (preaviso de muerte a todo hombre en armas con ideas libertarias) y la estampida de millones de compatriotas para no morirse de hambre, enfermedades o balas, en el papel de episodios símbolo. Una dictadura cruel en cámara lenta, de inconfesables apoyos internacionales, que ningún demócrata honesto debe acompañar en su intento de eternizarse. Los disidentes sedientos de poder vienen invocando la coherencia, el votar siempre o nunca. ¡Craso error! La historia no es eterna maestra de vida, no todas sus lecciones son a tesaurizar, y ninguna elección se parece a otra por obra del devenir; las hubo en las que sí había que votar y no se hizo abandonando enormes espacios de maniobra al despotismo chavista, y las hay, como la próxima, en que sería inmoral, colaboracionista y políticamente suicida votar.

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