Hoy, 23 de junio, Día del Abogado en Venezuela, no puedo, no quiero, celebrar. Este es un día para la memoria, para la dignidad, para el compromiso renovado con la justicia. Porque ¿cómo festejar cuando nuestras togas se convierten en blanco de persecución? ¿Cómo brindar por nuestra profesión cuando el poder criminaliza nuestra misión de defender derechos, de velar por las garantías constitucionales, de ser la primera línea frente al abuso?
Desde el día que elegí ser abogada, lo hice con la convicción de aquel mandato que nos dejó Eduardo Couture en su “Decálogo del Abogado”: “El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.” Y así lo he hecho, así lo hacemos quienes nos negamos a claudicar ante la injusticia. Escogí esta carrera porque creo profundamente que la razón debe estar siempre al servicio del bien, que ser abogada es ser instrumento de libertad y de equidad. He sido abogada en las calles de Petare, en las aulas, en las luchas sociales y políticas, en la denuncia de cada atropello, en la defensa de los que no tienen voz. Hoy, más que nunca, reafirmo que ser abogada es ser centinela de la justicia.
Por eso, hoy alzo mi voz por ustedes, colegas:
Rocío San Miguel, Perkins Rocha, Henry Alviarez, Rafael Tudares, Juan Pablo Guanipa, Eduardo Torres, Nélida Sánchez, Freddy Ferrer, Kennedy Tejeda, Luis Tarbay, Ricardo Cariol, María Oropeza, Aída Brady, Yarely Reina, Naomi Arnaudez, Franyer Hernández y tantos más. Ustedes deberían estar en los registros de honor de nuestra profesión, no en la ignominia de las listas de presos políticos.
Hoy sus rostros son la viva imagen del coraje frente a la barbarie. El régimen de Nicolás Maduro no los persigue por lo que hicieron, sino por lo que representan: la incomodidad de la verdad, la dignidad de un abogado que no se arrodilla. Los quieren silenciar, pero no podrán. Porque las ideas no se encarcelan. Porque el compromiso que ustedes encarnan crece más allá de los barrotes.
En Venezuela, el Derecho se ha transformado en un acto de rebeldía. Cada recurso, cada defensa, cada denuncia, cada alegato, es un acto de resistencia. Quienes todavía podemos ejercer la abogacía lo hacemos bajo la sombra de la amenaza: la celda, el exilio, el escarnio. Y sin embargo, no dejaremos de hacerlo.
El Día del Abogado no es para los discursos oficiales ni para los actos vacíos. Es el día para recordar el juramento que nos une: el de servir a la justicia, el de dar la pelea hasta el último aliento. Hoy, colegas privados de libertad, les decimos: no están solos. Desde cada rincón de Venezuela, desde cada estrado, cada foro, cada calle, alzamos sus nombres y su causa. Seguiremos exigiendo su libertad.
Porque el compromiso de nuestra toga pesa más que las cadenas del despotismo. Porque como dijo Ulpiano: “La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde”. Y llegará el día, porque lo construiremos juntos, en que a Venezuela le corresponda la justicia y la libertad que merece.
Por ustedes, por todos, Venezuela tendrá justicia.
Xiomara Sierra es abogada, con posgrado en derecho y política internacional, dirigente política.
Instagram: @xiomarasierrad
X: @xiomarasierra
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