EN: Recibido por email
Saludos,
Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Silencio que aturde
Es evidente la resaca en la cúpula madurista. Y no es para menos.
El bofetón desde Oslo la dejó tan turulata que ha tenido que salir el impresentable Petro en rol de telonero barato que lo equipara al lavaperros de Ratti, por decir lo menos.
Pero el silencio y la intriga, burdamente calculados desde los putrefactos pantanos del madurismo, son enanos, insignificantes, frente a la sacudida provocada por el Nobel a María Corina Machado y la causa democrática venezolana.
Este premio tiene una carga de profundidad indiscutible e inevitable, tal como ocurrió con el 28 de julio de 2024, que ha vuelto a ser la pesadilla de Maduro pese a la represión de la dictadura y el tongoneo de normalizadores y enchufados, despechados porque el premio oxigena e impulsa el movimiento democratizador.
Verdades que se imponen
Redescubrir el camino a la democracia, como señala el número dos del Vaticano, es sin duda la tarea a la que María Corina se ha dedicado en cuerpo y alma.
Un sacrificio que su hija Ana Corina reconoce y que no cesará hasta que alcance el objetivo que se ha propuesto: una Venezuela libre, la Venezuela de la verdad del 28 de julio y de muchas otras verdades que irán aflorando a medida que nos acerquemos a momentos definitorios.
Y aquí es cuando nos damos cuenta de que la cartica de uno de los pranes del Tren de Aragua a Gustavo Petro es, precisamente, una de esas verdades: una que desnuda a la mafia de Miraflores, que calificó de ciencia-ficción la existencia de la banda, y que justifica, más aún, la lucha por el cambio.
Petro, Maduro, el Tren de Aragua… vaya triángulo y no de las Bermudas precisamente.
Mientras tanto, otra carta, la que Maduro envió al papa León XIV -y recibió en sus manos el cardenal Pietro Parolin- espera sus propios desarrollos, que seguramente serán marcados por los efectos telúricos del Nobel de Machado y la invitación vaticana a “redescubrir la democracia”.
No comments:
Post a Comment